Se miró los pies y suspiró con tanta fuerza que nadie más que ella le escuchó.
Pero él, tampoco esperaba otra cosa. Sus miradas se cruzaron con la brevedad de un
relámpago y sus labios esbozaron una sonrisa. 
Estaba hermosa con aquellas ropas que
hacían recordar el pasado. Un pasado tan marchito como la propia vida que había
llevado. A él le daba igual. 
Aquellas ropas les indicaban de donde venían y a donde
querían llegar.

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