Alli en un pequeño altar sin Yavhé y frente al mismo Rey-Cardenal Magnus Noir, el Santo Padre Giacomo I y el inglés Yuth como testigos iba a legalizar mi unión con Oksana Dragunova. Acto que un verdadero Telamónida nunca había hecho y los Von AS demasiadas veces. Y era suficiente verlos reunidos para saber lo que significaba aquel acto. Más era consciente que no era mi Destino.
Así que una vez se apagaron las velas. Una vez llegó la noche de consumar el matrimonio, bajé a las cuadras. Recogí mi semental y galopé. Galopé hasta Samotracia. Cabalgué hacia la que era la mujer que amaba. Partí al jardín de las naranjas de la Basilea...hacia Clementina.
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