Cerca de Verona el capitán decidió que tenían que tomar un barco. BlackCrow les esperaba por mar y verles llegar por tierra, podía sentarle muy mal al caballero. Lo ocurrido con el anterior barco en Lübeck se quedaría como un secreto que en otra ocasión bien puede relatarse. Baste decir que de por medio hay una apuesta, una infidelidad, fuego y un pato.
Una vez alquilaron un barco en la costa, pudieron ver varias veces carracas musulmanas. El enemigo de la Cristiandad dominaba los mares y algo que debería ser preocupante, parecía no molestar a los lombardos que había contratado el Capitán.
Desembarcaron en Roma, Sancho quiso llegar ante su viejo amigo lo antes posible. Dejó a la guardia y el capitán en sus propios asuntos y corrió al lugar donde estaba BlackCrow.
Sancho se lanzó a los brazos de Paspourt tan pronto le vio. Sorprendiendo al hombre.
—¿Dónde está ese excelso paladín de la Cristiandad y de los Aragoneses? — sonrió Sancho buscándole con la mirada —.
—Estará encantando de recibiros. Lo está preparando todo.
—¡Pues vamos! ¡No hay tiempo que perder! Tengo mucho que contarle.
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