domingo, 4 de junio de 2023

Lárus Telamónida y sus lecciones - Lección XI


Cadáveres. Fuego.


Contemplo los cuerpos apelotonados de mis discípulos. Veo con satisfacción como son arrojados por el ganado de la Monja Sor Catalina al fuego. Surt estará complacido de que sus fieles ardan por su gloria. 


Una herida me cruza la cadera de parte a parte. Un caballero, un ballestero,... En el frenesí de la batalla no distinguía a quien me atacaba. Todo era euforia por el Ragnarok que hemos desatado Bjarki y yo. 


Todos el ganado se revuelve. Enarbolan las banderas de la cobardía… si no fuese por la herida diría que siento lo más parecido al extasis. Surt guió nuestros caminos, hemos sido el Camino al Ragnarok. Ahora solo queda reunirme con los elegidos en el Bosque Sagrado. 


Busco a Höðr mientras me arrastró entre una montaña de caballos muertos. Sus entrañas esparcidas por la hierba roja, por los rastrojos de esta tierra levantina. Le llamo, pero mi voz es apenas un susurro. Nadie me responde… pero sé que el chico está cerca. Iba encadenado a mi caballo con su cristiana.


Llamo un poco más fuerte. Gimoteo de dolor. Tengo frío. 


Las risas de ganado se detienen. Me han escuchado. Aguardan. Regresan a su tarea. Todos excepto uno que se acerca a explorar. 


Busco mi daga rúnica, la última arma que me queda junto a mi fe en Surt. No es digna de usarse en un combate, pero peor será morir fuera de tierra Sagrada. Quién sabe si acaso mi cuerpo no sea entregado al fuego por estas bestias. 


Se acerca y me mira. Grita mi nombre.


— ¡Bastardos! Sabéis bien quien soy. ¡Surt me protege!


Son una multitud. Vienen todos por mi. Dos caballos relinchan tras de mí.


— ¡Sube! — grita Höðr —. ¡Sube o todo estará perdido! ¡Sois el Ragnarok! 


Por primera vez en la vida. Le obedezco. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario