miércoles, 21 de diciembre de 2022

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 7. La Musa

La primera vez que vi a Lady Clementina fue en una Taberna. Huía de un matrimonio pactado y recuerdo que me dio mucha ternura. Tan frágil, tan presa como un pajarillo en una jaula.


Entre tragos pagados por bárbaros y hermanos judíos, decidí empeñar mi honor en venderle algunos productos. Como noble  bizantina bien podía permitirse armas o recursos en un tiempo tan convulso como el que vivía el Imperio. Mientras pasaba los días en sí compañía aguardaba noticias de Oksana y de mi fiel Dimitri, al que había enviado a Bizancio por informaciones de mi Familia. 


Clementina me hacía más y más fáciles los días. La veía enfrascada en sus pinturas, en sus paseos,... Pero en cuanto supe que Oksana me aguardaba, me fui de la provincia de Asia Menor con el corazón compungido.  Vi a Clementina por última vez sin entender qué era lo que me ocurría. Había en todos nuestros gestos, palabras, acciones,... Algo que iba más allá de la pura amistad que nos había envuelto. 


No la veía como una noble más y estaba claro, pues la siguiente vez ya sería la Basilea de los Bizantinos y digna sucesora Wotan Telamónida. 


martes, 20 de diciembre de 2022

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 6. Mis Amores

Oksana Dragunova. La primera vez que oí su nombre me lo susurró el viento desde los labios de un juglar. La Reina de Hielo de Minsk que firmaba tratados con una mano a la vez que mataba enemigos de sus hermanos con la otra. Fría como la estepas del Este y, ardiente como los desiertos del sur. 

Pagué a más y más trovadores para escuchar en la fría Gran Bretaña, más y más leyendas que rozaban el sacrilegio. Pagué por saber e idealizar a una mujer que mi corazón deseaba ver. Me sentía embaucado por ella, sin haber llegado a cruzar una sola letra.

Decidí componerle un poema. Uno de esos acrósticos que nadie entendía. Lo lancé a los cielos y mis letras llegaron a Minsk para ser guardadas como una joya en su pecho. Este humilde judío había hecho blanco en la más grande de los Varegos.

Cuando en África se me dijo que a Bizancio debían de ir, supe que allí me esperaba la mujer de mis sueños. En mi interior había una voz que lo gritaba: yo era Moisés ascendiendo al Sinaí para alcanzar la Palabra de Yavhé. La digna sucesora de Wotan Telamónida me esperaba con la promesa de un amor cálido, frío y puro. 

lunes, 19 de diciembre de 2022

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 5. Mi Búsqueda

Dejé Inglaterra hace varios años. Primero con la autorización del Rey Cardenal a quien juré servir me hice cargo de la "Isla de Mann que no es Mann" como el bien me enseñó. De no ser judío me habría proclamado rey de la Hebridas. Islas en las que aún quedaban restos del paso de la Hermandad de San Atenodoro II a los que mediante las armas tuve que hacer entender la verdadera fuerza de la Casa de Telamón. 
Al finalizar aquellos sucios combates contra campesinos me fui a Asturias. Allí busqué el hogar de San Atenodoro II para dar con documentos de la familia. Tras esto me llevaron mis pasos a Aragón, lugar donde Sancho Garcés fue hermano mayor de la Hermandad. Si bien tras tantos años las dos tareas fueron vanas, Dimitri no me dejó flaquear. Me hizo viajar hasta las áridas tierras Idrisis, última morada de aquel rufián.

En la universidad Morlox descubrí otra gran verdad. Sancho Garcés había muerto y se tenía conocimiento de un hijo enviado al SIRG en secreto. Un hijo que al parecer se había enviado con la Hermandad a ser cuidado por la familia Shylock. Más Yavhé, con aquella rabia que me provocaba saber que habia sido su Justicia la que le mató y no yo mismo, provocó que me convirtiese en aniquilador. Que ante la furia de la guerra mi potencial de duplicase.

Inglaterra, Asturias, Aragón e Idrisi… Un rompecabezas de la Casa estaba hecho. ¿A dónde debía ir ahora? Zahira Arenas, que sabía bien quién era Sancho Garcés y quienes los de mis dos linajes me lo susurró: Bizancio. 

sábado, 17 de diciembre de 2022

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 4. Mi Vida

Soy poeta frustrado y judío convencido. No veo más gloria que la de Yavhé y el puro oro con el que debo darle grandeza. No maldigo la usura ni el comercio, como no maldeciría a nadie que no lo merezca. Nací con buenas habilidades para comerciar, trabar amistades y robar. No soy bueno, no soy malo. Solo soy alguien que a veces va de frente y otras de lado. Nunca me verás en tu espalda.

Mis bienes más preciados son 3 oros: uno es York, herencia de mi padrastro Kouran; el otro es Edimburgo, cuya alcaldía gané por ser el más rápido; y el otro es Lisboa, la joya del Tajo, que logré ocupar gracias al noble cristiano Panochos. No he tenido más pues no he conspirado contras mis hermanos, no tengo menos pues a nadie le han interesado lo suficiente. La verdad es que mi suerte pocos la han tenido.

A mi lado siempre ha estado mi fiel eslavo Dimitri. Un manitas de talento innato para hacer que los morosos paguen. Unas veces con una sonrisa bonachona, otras haciendo ver la fragilidad del cuerpo humano. También tiene muchos primos que lo mismo te levantan un castillo que te cocinan un "cordón bleu" a la Guillermo de Barkerville. Dimitri y algunis de sus primos son uno de los mejores encuentros que tuve a lo largo de estos años mientras lanzaban redes con peces muy grandes al fondo del mar.

viernes, 16 de diciembre de 2022

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 3. La Casa

Conoció mi abuelo Jürguen una judía de buena familia y nació mi padre: Salomón Telamónida-Von AS. Conoció éste a mi madre y nací yo. Más en los años de invasiones vikingas fallecieron ambos: él por la espada y ella por las epidemias. Así acabé siendo adoptado por el recio Lord Canciller Kouran. Mientras aprendia con los judíos de la ciudad todo lo relativo al bendito pueblo israelí, mi padre adoptivo me enseñaba todo lo relativo a las Casas Familiares. 

En estos años se fraguaba a la vez otra parte de la historia de la Casa de Telamón. Sucedía que a la desaparición de Wotan, oso de los Búlgaros, hubo diversos bastardos que reclamaron para sí ser Paladines de la Casa. Más el cronista de las historias de Wotan, su primo Ludovico había ostentado el título para si. Pasando posteriormente a un Religioso de nombre Francisco y miembro menor de la casa, este a su vez decidió que sólo los que daban su vida al Dios cristianó eran signos de ser los cabeza de familia pues su celibato les impediría tener prole y siempre podrían ser justos al elegir sucesor. 

Cornelio sucedió a Francisco y después llegó Atenodoro II. Asi se inició la desviación de la Casa que había marcado el primer Telamón. Pues en sus desvaríos mentales fruto de la epilepsia que padecía, Atenodoro II se creyó tocado por Dios y erigiéndose sucesor de los Apóstoles cristianos actuó dañando a la Casa y a la Iglesia a la que decía servir. 

Cuando se sintió abandonado creó la Hermandad en la Isla de Aland. Allí reunió a exiliados asturleoneses y repudiados de otros Reinos buscando crear otra Iglesia. Más no tuvo la herejía mucho camino pues en sus ensoñaciones decidió ir en busca de martirio. Lo halló y tristemente le proclamaron Santo, dando alas a esa Hermandad de bandoleros que solo ensucia el nombre de la Casa de Telamón.

jueves, 15 de diciembre de 2022

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 2. La Estirpe

Fue Wotan Telamónida portador del título de guardaespaldas de la princesa Sofía Von AS. Era un cargo honorífico que adquirió con sumo gusto el emperador por la gran amistad que unía a las dos Casas. 


Wotan, incansable viajero, llegó a las puertas de los reyes Reyes Markus y Kayla. Grandes festínes hubo y entre los presentes estaba la bella y frágil Sofía. Nadie llegó a sospechar durante aquellas celebraciones que las cuitas de Wotan para con la doncella, no eran más que parte de un noviazgo. Un noviazgo que duró lo que permaneció el Emperador entre los de la Casa de Esmirna. 


El embarazo cayó como una jarra de agua fría para los Reyes. Más las guerras contra guerreros Sin Nombre habían comenzado y poco se podía hacer. El mundo vivía en un Caos que parecía no tener fin. Así que se ocultó todo lo que ocurría pese a la gran esperanza que significaba un nieto Von As para la dinastía. Mi abuelo, Jürguen Telamónida-Von AS.


Wotan antes de desaparecer, dice el cronista, que debido a la locura, supo del vástago y le hizo miembro de la Casa. Más ya los Von AS habían decidido el camino de Sofía y su hijo. Mi abuelo fue enviado a vivir junto al afamado judío Capablanca, y allí viendo la luz de Yavhé entró a la grandeza del pueblo hebreo como en su día Atenodoro.


Sobre Sofía poco más se sabe. Veló por su hijo natural hasta el final de sus días haciendo que los hijos legítimos que tuvo más tarde fuesen encargados de velar por aquella rama de dos Casas que se habían amado hasta la unión sanguínea.


Mi afamado padrastro el Lord Canciller Kouran, me mostró en la ciudad de York innumerables veces la tumba de mi bisabuela. Un sarcófago de fino mármol sobre el que reposa una escultura de una niña apenas abrazada por un oso. Decía el estricto cristiano que era la más bella obra que el dinero de los usureros judíos podía haber pagado. La tumba de su propia abuela.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 1.1 Crónicas Cítricas Capítulo 8,escrito por Lady Clementina


AUDIO: https://voca.ro/4fFlYMDLztA


Clementina entró en la taberna y nadie advirtió la presencia de la recién llegada y la joven tuvo oportunidad de estudiar todo cuanto ocurría en la sala.


La taberna era inmensa y la sala principal, cavernosa, construida en madera y piedra.  Los alimentos se cocían en el mismo cuarto donde se levantaban dos grandes fogones. En uno, burbujeaban los calderos y se asaba un gigantesco trozo de carne. Varios sirvientes se movían presurosos, sirviendo la cena a un numeroso grupo de comensales.

En el centro de la sala, había tres mesas fraileras. Una de éstas se encontraba elevada sobre una tarima, situada en paralelo con las otras dos, algo más largas, repletas ahora de señores, soldados, hombres de armas, pajes, caballeros, sus escuderos y numerosas mujeres. El fogón más pequeño se hallaba rodeado de bancos. Hacia la izquierda, en el segundo piso, había una arcada que permitía al espectador observar desde allí todo lo que acontecía en el salón.


De pronto alguien le tocó el hombro, era una dama de exquisitos modales que le dijo:

—Mi señora, veo que está usted un poco perdida, ¿le gustaría sentarse en nuestra mesa? —dijo la Condesa Alvhia de Hausgh.


Clementina aceptó la invitación y fue dirigida hacia la mesa del centro donde se encontraban multitud de personas de diferentes reinos, los cuales la adoptaron como si la conocieran desde siempre.

Al final de la noche se había enterado de que el Imperio Bizantino había tenido muchas revueltas había perdido a su emperador por segunda vez y que ahora se encontraba en una posición un tanto delicada.


Conoció a personas muy diversas y muy interesantes que nunca pensó que conocería como judío Hinrik, al caudillo bárbaro Independient, al judío inglés Abraham y a varias personas del reino aragoneses y asturiano…

martes, 13 de diciembre de 2022

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 1. Introducción al personaje de Abraham.

El personaje ya había sido presentado en un capítulo de Sancho Garcés, de aquellos que trataban sobre la Hermandad.


Debido a que la partida se desarrolló en gran parte en verano no podía estar pendiente de atenderla de la forma que es debida. Así que este buen judío solía hacer poemas rápidos de dudosa calidad y todos ellos con acrósticos difíciles de entender (el que escribe no es bueno con la poesía). 


Así pues no conservo ninguna de aquellas pésimas obras de arte. Si lo hago de los textos que se redactaron casi cuando concluía la partida.


De todas maneras, en Guaranpis muchas cosas del rol no son escritas de forma global o artística. Muchos se tratan en foros paralelos y en el Discord.


Una de las referencias importantes, aunque casi de pasada, de Abraham la hace otro personaje. Y, no es importante inicialmente, lo es al pasar el tiempo. Pues marcará más o menos el rumbo del personaje… pero eso va en un capítulo exclusivo.

lunes, 12 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 24. "Epílogo o Carta Privada al Cardenal Shylock"

Buenas Excelentísimo y Reverendísimo Señor Doctor Don Shylock, 

Pocas cartas empiezo mencionando el nombre y tratamiento formal de a quién me dirijo. Es la mayor muestra de respeto y deferencia que podéis hallar en alguien que solo se ha querido así mismo y dos seres humanos más, por encima de todas las cosas. 

No soy un modelo de rectitud. No soy un modelo de referencia. Ni siquiera sé si perviviré en el recuerdo de alguien una vez la muerte me lleve con ella. Aún así, la sangre de mi padre y madre pervivirá en la del niño que engendré de forma pecaminosa. Puede que esa sea la obra de más valor en toda mi vida pues fruto de un amor prohibido, nació algo hermoso. Mi mayor pecado será no poder amarlo y criarlo como hacen los verdaderos padres. Aunque estoy seguro, que eso es lo mejor. 

San Atenodoro II os consideraba el más justo y verdadero de los miembros de la Santa Iglesia. Vuestros actos en todos estos años, en especial en el último Cónclave os convirtieron en un modelo para muchos. No para mí, claro está, pero reconozco el honor y el compromiso en los hombres que los tienen. Vos, sois de los pocos que quedan en este mundo y, seguramente, de los que quedarán. 

Hacia vuestras tierras se dirigen la madre y el niño. Pues es mi expreso deseo y, debido a nuestra correspondencia previa, que estos permanezcan bajo vuestra tutela. Ambos, debido a unos acuerdos con la Hermandad de San Atenodoro II serán también cuidados por esta. Más los acontecimientos acaecidos en el Reino de León y Asturias me hacen pensar que se han disuelto o serán perseguidos por haber sido yo, Hermano Mayor. No sé si podrán sobrevivir y, si lo hacen, desconozco su capacidad de protección para con mi vástago.

Mi expreso deseo es que el joven lleve el apellido Sánchez y si fuese necesario el mio. Pero que desconozca por completo quien fui o que hice. Que juzgue mis hechos como los de un desconocido más. Me retorcería en la tumba si se creyese heredero de títulos nobiliarios o tomase venganzas sin sentido que le hiciesen traicionar todo lo que aprendíese de vos, en nombre de mis actos o pecados. 

Educadle para ser sensato, honorable y entregado como vos. La madre ya sabe esos deseos y juró ante la Cruz de Nuestro Señor y un broche con forma de águila roja, que usamos los devotos de San Atenodoro II, que lo cumpliría. Os pido el mismo juramento. La forma de educar al chiquillo dependerá de vos y su madre. 

Nuestro Señor, me llama a su lado. No para profesar los tres votos como podéis imaginar. Vestir una sotana no es lo mío. Págueme una misa y recé por esta alma descarriada al menos en una ocasión.

Salud Excelentísimo y Reverendísimo Señor Doctor Don Shylock, quién debió ser Santo Padre y quizás algún día lo sea. Lo veré desde las alturas o desde la entrañas de la tierra. Mis últimas letras son para vos.


domingo, 11 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 23. "De cómo el final llega siempre de una manera u otra"

El Capitán llegaba cojeando con un buen número de mensajes. Sancho con su mirada taciturna y vacía le ojeó con molestia. No esperaba nada bueno de aquél montón de legajos. Sobre todo por los últimos mensajes que había estado enviando a los nuevos amos del Reino Astur-Leonés.

— ¿Sientes la pierna? — señaló la pata de palo que llevaba el viejo Capitán —. Fue buena aquella escapada de Harald... Lo siento mucho.

— Mejor eso que morir de gangrena — le tiró los mensajes sobre la mesa —. No tiene ni puto sentido. La mayor parte habla del final o algo así... La Segunda Venida o cualquier mierda de esas...Apocalipsis, Ragnarok,... 

— Tengo un hijo — soltó Sancho al hombre. Sabía que su más fiel soldado se molestaba cada vez que alguien le hablaba del suceso con la Novicia cuya castidad protegía —. Basilio y la Hermandad lo cuidarán pero tengo que enviar una carta a alguien con una petición antes de partir. 

— Todos hablan del fin del mundo y tú te preocupas de otras cosas. No lo entiendo...

— Mi buen Capitán...

Sancho se puso en pie fatigado y el veterano soldado comprobó lo flaco que estaba. No era el desierto, la falta de vicios o la pérdida de sus dominios. Lo que mataba al Vizconde se lo mostró abriendo la camisa blanca de seda y enseñando el pecho. Una tumor del tamaño de un puño de hombre ocupaba su pecho. 

— La historia se acaba para todos. Unos por unos motivos... Otros... Por otros...si los vikingos de Harald me hubiesen capturado tendrías pierna y yo un final épico — se tocó el bulto y sonrió con tristeza —. Quise poner mis asuntos con Dios en regla antes de morir. No sirvió de nada un arrepentimiento sincero... 

El Capitán vio flaquear las piernas de Sancho y, con su renqueante paso, le sujetó. Cualquiera habría creído que un marido celoso o una venérea se llevasen a Sancho, pero los caminos del señor eran inescrutables. 

— En el corazón... —apuntó a su pecho —. Yo que a veces creí carecer de él... Llévame con BlackCrow, te lo suplico... No sé cuánto me queda... Pero llévame con él. Vivo o muerto. Escribamos la carta y hazme ese último servicio.

— Será un honor. Desde que me enviaron a por ti en Lübeck, lo ha sido. 

Sancho recordó aquella historia de hacía años. Cuán rápido pasaba el tiempo. 

— Una historia se acaba pero muchas otras se escribirán. Recemos para que nunca tengan un punto y final…

sábado, 10 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 22. "De las cosas que acontecían al Rey Bandido"

Odiaba aquél aire del desierto más de lo que podía odiar a un ser humano. La tierra de los moros era inhóspita, un trozo del mundo seco e infertil. Al menos así eran las que le había concedido el buen Abu Fihr para pasar sus últimos días.

El concepto de honor y virtud entre aquellas gente del desierto, poco ayudaba a satisfacer las necesidades más mundanas. Si había algo peor que un esposo celoso, era que en algunos casos más de una mujer compartíesen el mismo. Tampoco era que el cortejo pudiese realizarse satisfactoriamente, parecía que las mujeres de sus feudos tenían por costumbre envolverse en ropas todo el cuerpo. ¡Hasta la cara! Y puede que para los moros aquello fuese hasta atractivo, pero no para Sancho. ¿Qué pasaba si cuando conocías a una mujer era tan fea como el antiguo emperador Igor? ¿Debías casarte y yacer con ella nada más verle el rostro?

Por suerte, algunas mujeres no eran tan estrictas. En los dominios de la Provincia de Aragón las sarracenas tan solo usaban un velo. Poco las diferenciaba de una cristiana con sus pañuelos, tal vez era cuestión de su aspecto racial. Y, daba el caso, de que en las zonas más prósperas las mujeres tenían costumbres y moral más relajadas. Los maridos no. Sancho desistió. Tocaba ser casto. 

Sancho solo podía beber... Pero resultaba que las gentes de la zona no bebían fermentos. El joven estaba hasta los mismos de beber té con sabores extraños. ¿Dónde estaba el vino? Hizo traerlo por medio de un contrabandista y, curiosamente, todos los barriles fueron robados. En el trayecto que iba del mar hasta el desierto donde vivía el Astur-aragonés se habían evaporado. Nadie bebía vino pero bien que recurrían al robo del mismo. Tras cinco caros viajes con escolta para el contrabandista, Sancho desistió. El vino nunca llegaba. Tocaba beber Té. 

Por último, el mazazo final era que la Usurpadora había llegado a tomar el trono del Reino de León y Asturias aupada por el infame Cardenal Excomulgado y los Duques Idrisis traidores... Que final más triste para la pobre gentes del Reino. Subyugado el pueblo a la tiranía de aquellos que carecían de palabra, de compromiso, no sólo a sus Señores si no hasta al mismo Dios. 

Así pues, tocaba colgarse de un pino. Pero en el desierto no los había... 

viernes, 9 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 21. "Carta Pública en respuesta al cardenal Galahad tras sus insultos"

Buenas a Todos,

Mientras veo las cenizas de la Provincia de Aragón, pienso en cuanta grandeza hay en luchar hasta el final en esta vida. Saber combatir a riesgo de perderlo todo tiene sus recompensas.

Una es la satisfacción del deber cumplido con aquellos a quienes sirves, amas o con quiénes , sencillamente, has puesto tu palabra en juego. No supe hasta esta Guerra que era eso. Debo reconocer mi falta de compromiso a lo largo de esta vida. Me alegra saber que la grandeza de este Rey de Asturias y León, es darlo todo hasta las últimas consecuencias. Tómese mi ejemplo y el de muchos otros antes, nunca se abandona a quienes han puesto su confianza en ti.

Decía un viejo amigo que darle poder a un hombre es la mejor forma de conocerlo. He podido comprobarlo. Me he cruzado con Reyes y Generales indeseables; he compartido conversaciones con Duques humildes, Califas risueños, Emperatrices ilustres, Condes cobardes, Obispos intrigantes, Sultanes harapientos,... Entiéndase cómo ejemplos de un mundo de Guerra y Paz.

Pero hay un personaje, uno en especial... solo uno, por el que siento un rencor y odio de tal envergadura que solo podría saciarme viéndole con la lengua cortada, las manos destrozadas y los ojos colgando del cuello. Y, por supuesto, hablo de Galahad.

Tenga presente en sus oraciones que por falta de tiempo puede que no sea castigado. Tenga presente que solo Dios puede salvarle destruyendo este mundo, pues como legítimo Rey de Asturias y León me importa poco donde se cobije o quien os defienda. Si puedo os haré trizas. Y, tenga presente, que no es por esta última carta que habéis enviado. Desde el Cónclave no puedo ni veros. Pedantes, presuntosos, mal perdedores y rastreros como vos, hay pocos. Sois el veneno de todo buen diálogo. 

Sin más, me despido.

Salud a Todos.

Sancho I Garcés
Rey de Asturias y León, de iure. 

miércoles, 7 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 20. "Carta Pública al Mundo Guaranpino"

Yo, Sancho Garcés, Vizconde de la Provincia de Aragón y máxima autoridad civil y religiosa según la Carta Otorgada a las buenas gentes de la Provincia.

EXPONGO 

Que soy el último noble vivo con derecho al trono del Reino de Asturias y León. Pues cómo es bien sabido el cobarde del Rey Syro de Alba abandonó a sus vasallos y las gentes del Reino cuando más le necesitaban. 

Qué cuando el último Duque del Reino de Asturias y León, Draque I, se vendió al Reino de Inglaterra e instaló allí, quedóse solamente un noble en el Reino de Asturias y León: Sancho Garcés. 

Qué al desaparecer el Reino de Asturias y León este a falta de Duques tuvo que acogerse al beneplácito del Reino de Aragón. Fue entonces cuando se creó la Provincia de Aragón. 

Qué yo, Sancho Garcés, heredero de la Hermandad de San Atenodoro II, hice entonces entrega de una Carta Otorgada a las gentes de la Provincia donde consta que soy la máxima autoridad civil y religiosa de la Provincia de Aragón y donde los gentilhombres de ella me hacían único y legítimo heredero del Reino de Asturias y León en base a ser el único noble que no los abandonó nunca.

HAGO SABER:

Qué Dhalia de Alba, justifique sus actos como lo desee. Pero mientras Yo, Sancho Garcés, sea máxima autoridad civil y religiosa de la Provincia de Aragón, no habrá más Rey que el Rey de Aragón, Setkull y a falta de este, sería asunto mío y de la Santa Iglesia tal decisión. 

Declaro así mismo que pagaré 5 millones de oros a quien capture y ejecute a la pretendida usurpadora Dhalia de Alba.

Salud.

martes, 6 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 19. "De cómo se puede hacer creer grande el más pequeño de los grandes."

Sancho miró al Capitán poco seguro de si podría entenderse el mensaje. Releyó el documento varias veces para asegurarse de lo que había escrito el Juez. Había mucha verborrea que en tiempos de guerra era innecesaria. 

Un representante de Abu Fihr y otro de Fikus, sus mayores defensores en aquellos momentos tomaban té. Hablaban su idioma extraño pero dulce y poco entendían de lo que allí decían los provincianos. 

— No lo van a entender. Es lenguaje jurídico y no creo que todo el mundo tenga jueces o entendidos en la materia... Acabará esto en una lucha de mensajes para ver quién lleva la razón — el propio Sancho se había mareado en la lectura. Entre su próxima paternidad y la guerra. La forma en la que casi fue capturado por Harald Hadrade. No estaba su cabeza para temas jurídicos. Golpeó la mesa donde estaba asustando a los presentes—. ¡¡Diles que soy el próximo Rey de Asturias, por mis Santos Cojones!! Que en cuanto se acabe esta guerra y por la enfermedad del Rey de Aragón me nombró Rey y PUNTO. Y al que le rasque que me capture y ejecute.

— ¿Y qué opinará BlackCrow? — apuntilló el Capitán que llevaba tiempo disgustado con Sancho y sus decisiones. En particular con haber esquivado su férrea vigilancia de la Novicia debido a la guerra —. 

— No daría un paso así de no saberlo él —aseguró Sancho —. Asturias y León serán el hermano que siempre necesitaron Idrisi y Aragón en Hispania. La utopía de San Atenodoro II en la tierra, donde el Dios de Abraham pueda ser adorado con respeto a una ley para todos los hombres. Crearemos un Reino donde la Verdad, la Fé y la Justicia tengan lugar. 

— ¿En verdad sois Sancho Garcés? ¿El putero? ¿El ladrón? — el Capitán esbozaba una sonrisa de incredulidad —. ¿Habéis visto la luz? Creo que solo ejerces tu oportunismo natural. 

— Amigo mío, mis tierras se ven asediadas por más enemigos de los que podría merecer un Vizconde normal y corriente — señaló la ventana —. Allí tras los muros hay estandartes de Reyes, Duques y Condes. Hay más Generales Bárbaros de los que vi en la propia Suecia en su día... Si en la caída de un simple Vizconde no ves la de un Rey, es que tenemos conceptos distintos de la épica y la nobleza.

— La épica la marcan las batallas ganadas y las pérdidas — dijo el Capitán —. No está la matemática de nuestra parte. También son esos ejercitos los mismos que han arrasado a vecinos de igual título. No veo nada claro todo esto. 

— Puedes perder mil batallas que lo importante será el resultado de la guerra y lo que acaben escribiendo en los monasterios, lo que canten los juglares. Tampoco importa el coste si de aquí sacamos la verdadera utopía. ¿No crees? —los ojos parecían perdidos en ensoñaciones —.

— Acabarás por ser Rey de un Reino que no existe — predijo el Capitán molesto—. Vuelve a la realidad. Lidera las tropas. Acabemos con todos esos bastardos que nos asedian.

— ¡Por Dios, por la Patria y el Rey Sancho I! —dijo el joven poniéndose en pie con el puño en alto —. ¡Ganemos esta Guerra y la Provincia de Aragón iniciará su andadura como Reino! 

El Capitán suspiró, el Juez selló el documento con el escudo del viejo Reino y los enviados idrisies siguieron a lo suyo. Todo seguía igual y, a la vez, todo había cambiado.

lunes, 5 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 18. "De cómo y porqué Sancho se confesó con Basilio"

Zaragoza y sus murallas se preparaban para resistir a todos los enemigos que la empezaban a cercar. La Provincia de Aragón, veía como a sus fronteras empezaban a llegar los enemigos de verdad, no traidores como Dhalia. No eran los que llegaban a la Provincia gente agazapada que atacaba en el momento de debilidad. 

Sancho no había ido hasta allí más que con su Novicia y el Monje de la Hermandad, Basilio. El Capitán dirigiría la defensa de las ciudadelas en su ausencia. El motivo era sencillo, Sancho no pensaba abandonar a BlackCrow, pero si aquellos podían ser sus últimos días tampoco quería la pesada carga de ser padre. Un mal padre.

En una pequeña capilla de la fortaleza Sancho quiso confesarse. Allí ante un altar con pinturas del Apocalípsis, se arrodilló ante Basilio. El Monje le puso las manos en la cabeza y rezó en latín. Los ojos de San Miguel les contemplaban a la luz de las velas, mientras un Satanás que parecía triunfante sonreía. Extraña pintura aquella para una capilla.

— Dime Hermano Mayor de la Hermandad de San Atenodoro II. —miró al joven con su ojo cansado por otros asuntos que tenía sin resolver —. ¿Qué es lo que os aflige? ¿Por qué buscáis la confesión? 

— Basilio, debo confesaros que he vivido una vida de pecado continuo. Creo que desde que salí del vientre de mi madre no ha habido en mi un ápice de ética o moral. No soy lo que los buenos cristianos pueden considerar un ejemplo a seguir. He yacido con mil mujeres o más, he matado hombres por miradas que no me gustaban, he robado a desvalidos o pobres en busca de mi propio beneficio, he blasfemado y humillado a la propia Iglesia, he mentido por mi propio interés,... 

— ¡Alto! ¡Alto! No os martiriceis por todo eso. Tenéis tiempo de enmendarlo todo. Todos alguna vez hemos pecado... — miró al techo de encallado — Quizás tu lo hayas hecho en exceso. Pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra —suspiró —. Si hasta algunos de los hombres que más ejemplo deberían dar cayeron en pecados... ¿Por qué no hacerlo tú? 

— Basilio, en mi vida solo ha habido una persona que me haya preocupado o importado hasta el punto de estar en esta ciudad solo por él — las palabras se le atragantaban. Sabía la alta consideración que el Monje le tenía en base a una decisión de San Atenodoro II —. Basilio, pero todo ha cambiado... Y, debo, ponerme en vuestras manos y en las de la Hermandad.

— ¿Qué queréis decirme? — se extrañó el monje —.

— Nunca fui elegido por San Atenodoro II como sucesor. Me uní a la Hermandad por casualidad, una joven asturleonesa que me dejó... — una lágrima brotó de un ojo —. Luego en Åland conocí a Atenodoro y me acogió... Cuando le vi marchar supe que era el momento de hacerme con el mando de los todo... No sé... Vi la oportunidad...Atenodoro II pretendía entregarse a Sebastián de Griot. ¿En serio creíais que iba a regresar? Era una locura.. M

Basilio cayó a los pies del altar estupefacto. 

— Teníais una carta escrita por Atenodoro II. Con su sello de obispo donde os designaba sucesor. 

—Basilio, creo haber dicho que me he ganado la vida buscando siempre mi propio interés — buscó en su chaqueta el anillo de madera del Santo y luego acarició el colgante con el águila roja —. Siempre he creído en él, en sus ideas al menos un tiempo. Pero su Hermandad no somos más que un grupo de parias que no saben donde caerse muertos. Hombres y mujeres sin tierra ni orgullo que tienen sus esperanzas en una sociedad utópica. La Provincia de Aragón pudo ser eso. Pero ya se acaba.

— ¡No quiero oír más! —gritó el monje —. ¡Confesaos con otro!

—No — la voz de Sancho retumbó en la sala —. Tenéis que escucharme y hacerme un último favor. Todo ha cambiado hace poco.

— ¿El qué ha cambiado? ¿Has visto la luz? ¿Es esto otra mentira o treta? — Basilio se levantó del suelo —. 

— La Novicia está preñada.

—¿Cómo es posible? —se sorprendió Basilio —.

— Si te digo que una paloma bajó ¿me creerías?

— Incluso en mitad de una confesión te burlas de Dios... —señaló al Satán de la pared —. Él triunfa gracias a gente como tú.

— Basilio, daré mi vida por la mayor de las causas que existen. La amistad y la lealtad. La fidelidad a la palabra dada. Lucharé y, si es preciso, moriré por la palabra dada. Pero hacedme un favor. Si caigo, la Novicia será Hermana Mayor de la Hermandad y mi hijo protegido por todos.

Basilio suspiró. No podía creer todo lo que acababa de escuchar. Negó con la cabeza.

— Lo pensaré... Dadme el sello.

Sancho entregó el anillo de madera de San Atenodoro II. Supo en ese momento que su historia con la Hermandad había terminado.

viernes, 2 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 17. "De cómo en la adversidad, siempre estará la familia"

Pasaba ya la media noche cuando selló una última carta con órdenes para sus tropas y suspiró cansado. Llevaba toda la tarde leyendo y sellando mientras su escriba le pasaba las epístolas. El sello de su anillo con un águila por San Atenodoro II apenas se distinguía entre la cera roja. En el campamento temporal empezaba a agobiarse. 

La Novicia, siempre leal a su casquivano amado, le miraba con ojos cansados. Hacía noches que no dormía entre oraciones por la victoria. Tras unos minutos de incomodo silencio se atrevió a hablar. 

— ¿Por qué suspiras?

— Tanto traidor...— señaló al techo del pabellón donde se alojaba —. Hasta a veces parece que Dios confabula contra nosotros.

— ¿La guerra no va tan mal verdad? —dijo ella esperanzada, tal vez buscando una mentira —. Veo a nuestros soldados dispuestos a todo.

— Eso es porque han tenido más suerte que sus camaradas, porque han vivido victorias.. . Yo también creería que todo va bien si no supiese lo que pasa en otros frentes. Cargo con mentiras sobre mis hombros para no desfallecer... Pronto la guerra llegará a sus hogares. Entonces es cuando sabremos si son leales. La familia es más importante que cualquier estandarte. 

— En la familia es donde está la lealtad. Sueles decirlo.

— Mi única familia es BlackCrow y el malogrado Valistar — sentenció el Vizconde —. Mi lealtad va donde él vaya. 

— Creo que en unos meses eso cambiará... 

La Novicia bajó la cabeza avergonzada y se acarició la barriga. Sancho, curtido en mil trifulcas, se desmayó.

jueves, 1 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 16. "De la Hermandad en la isla de Arran." Parte III.

Bailaban los pies de cinco escoceses rebeldes colgados en el centro de su pueblo. Basilio y sus doce monjes estaba horrorizados, mientras como salvajes los lanceros de Sven cantaban de júbilo. De vez en cuando golpeaban un cuerpo con sus largas picas. Era un espectáculo humillante y atroz al que ningún lugareño había asistido. Era una venganza sin sentido. 
Desde lo alto del Torreón, Sven lo contemplaba todo con Xacobe a su lado. Se habían convertido en uña y carne desde la muerte de Sigmund. Además que las rencillas fácticas parecían haberse acabado. Todo gracias a la unión de los dos líderes. Era de valorar. 

Basilio lo que se sabía de Xacobe eran todos sus hechos de supervivencia a pesar de la circunstancias. Un halo de misticismo semejante al que había despertado Atenodoro II en la Hermandad le rodeaba. Siempre había estado con el Santo, a las duras y las maduras. Incluso en los últimos momentos de Atenodoro II, cuando se enfrentó a los vikingos de Laramis, Xacobe estuvo allí. Le dejaron vivo, según contaba con gran pesar, para que relatase la historia de la captura. Pero al monje no se le pasaba la excesiva ambición del hombre. 

Antes de finalizar el espectáculo de maltrato a cadáveres, Basilio se retiró solo. Se adentró mientras meditaba en las callejas del mugroso poblado. Entonces un adolescente de pelo largo y blanco, se le paró delante y amenazó con un bastón. El Monje con su único ojo lo miró confundido pues no veía en él, el símbolo de la Hermandad y su aspecto distaba mucho del de los escoceses.

— ¿Quién eres? 

— Eso no importa. Vengo para encontrarme con el heredero de la Casa de Telamón —señaló la plaza donde danzaban los nórdicos —. Y, no lo encuentro a él ni al ejército valiente y glorioso de los Telamónidas, si no salvajes. 

— San Atenodoro II era el heredero de la Casa de Telamón o como quieras llamar a su estirpe. Pero está muerto. Los aquí presentes nada debemos a esa Casa, elegimos a nuestros líderes y servimos a San Atenodoro II y la Iglesia que el quería. Ahora déjame, pues tengo cosas en las que pensar. 

— Tengo cosas para ti — apuntó con su bastón al Torreón —. Se que investigas una muerte. Aquella noche yo vi como arrojaban el cuerpo al mar. 

— ¿Qué es lo que sabes? —lanzó sus manos a lo hombros del chico — ¡Cuéntame! 

— Yo necesito dar con el último heredero Telamónida. ¿Podrías ayudarme en mi búsqueda? 

— No sé mucho. Puedo darte nombres... Pero no sé cuantos familiares de San Atenodoro II puede haber vivos —confesó Basilio —. En la vieja ciudadela en Asturias puede que halles un libro que el Santo redactaba. Llevaba la cuenta de todos los miembros de la Casa de Telamón que quedaban. 

— Haced memoria —urgió el chico —. No dejo la seguridad de Aberdeen por esta isla para irme sin nada. 

— Wotan Telamónida tuvo una hija a la que le dio el título de cabeza de la Casa...pero antes que ella estuvieron Ludovico, Cornelio y Francisco. Todos ellos fueron religiosos que serían los que llevaron a San Atenodoro II a hacer los votos. Luego no hubo más de la sangre de Telamón que se conozcan. 

— Osea que hay una mujer que heredó ese título a la muerte de San Atenodoro II. 

— No sé muy bien cómo funciona pero creo que está Hermandad somos los herederos de la Casa — se señaló el águila roja que llevaba por colgante —. San Atenodoro II nos hizo sus hijos. Deberíais de ir a Aragón para hablar con nuestro Hermano Mayor, Sancho Garcés. 

— Eso haré — el chico miró al cielo —. La chica... ¿Sabéis algo más de ella? 

— La chica debería de tener 12 años a día de hoy pero como todo en la vida de Wotan había algo demoníaco y maligno en ella. El emperador decía que era hija de una rusalka. Así que en los viejos escritos se habla de que crecía y luego se estancaba... No sé... Obra del Diablo seguramente — miró al Torreón —. Ahora decidme que fue lo que visteis. 

— Estaba oscuro. Acababa de desembarcar en la isla y vi como un hombre arrastraba un cuerpo bastante grande y le maldecía por la puñalada que le había dado. Vuestro hombre, está herido. Ahora debo irme. 

— ¡Espera! ¿Cómo os llamáis? 

— Mi nombre es Abraham Telamónida-Von AS. 

— ¡Eso es imposible! 

— Más imposible es que Wotan tuviese una hija con un súcubo y eso me acabáis de contar. 

El joven inició una carrera dejando al monje confundido. Al menos, Basilio ya sabía algo que pudiese solucionar el asesinato de Sigmund. Su atacante estaba herido también. 

martes, 29 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 15. "De la Hermandad en la isla de Arran." Parte II.

Era una fría mañana de Marzo cuando se descubrió el cuerpo sin vida de uno de los mejores amigos de Sven. Se llamaba Sigmund y provenía de la isla de Åland, como gran parte de los miembros de la Hermandad. Medía cerca de siete pies y no consumía alcohol. Había demostrado no tener piedad con otros paganos y excesiva clemencia con los cristianos. Era un hombre serio pero muy capaz. 

Su cuerpo sin vida apareció cerca de la playa. Fueron un par de niños escoceses, oriundos de la zona, los que dieron con el cadáver. Se entretuvieron orinando el cuerpo y le habían golpeado con un palo antes de que uno de los centinelas lo viese todo desde el Torreón. Al verse sorprendidos gritaron en su idioma una alabanza al Cardenal Simón y echaron a correr a sus penosos hogares. 

Basilio y los últimos doce monjes, pues no habían roto sus votos eclesiásticos, llevaron el cuerpo a un punto seco para examinarlo. El viejo monje pensó en buscar a los niños para que le diesen detalles de cómo estaba originalmente, pero desestimó la idea cuando vio la profunda puñalada que tenía en el hombro. Aunque no era la única marca, en el cuello podía verse un corte poco profundo. Como si le hubiesen intentado degollar con un filo mellado. La cabeza estaba destrozada y no podía ser culpa de los zagales escoceses. 

— ¡Qué no se sepa entre la Hermandad! — ordenó a sus fieles monjes —. Arreglad el cuerpo y mañana lo enterraremos. Extender el rumor de que se cayó por algún acantilado. 

Cuando daba aquellas instrucciones pudo ver a Sven bajar desde el Torreón a la playa maldiciendo en su lengua natal. Basilio colocó sobre el cuerpo una telas que habían bajado para envolverlo. No quería que el muchacho viese las heridas. 

— ¡Ayer tuvimos una reunión! —exclamó Sven cuando llegó. Se arrodilló ante el cuerpo hinchado por el agua y empezó a llorar con amargura—. Nos despedimos después de la misa nocturna.

— Seguramente se fue a un acantilado y con la llovizna de estas tierras resbaló. Suele pasar. 

— ¡Imposible! Le tocaba hacer guardia por los pasillos. Nunca faltaría a su trabajo — se quejó amargamente Sven —. No era pendenciero, no era mujeriego,... Sigmund era lo más cercano a un monje como vosotros. Sólo era fiel a San Atenodoro II y la Hermandad. ¡Le han tenido que matar! 

— De momento —acerco sus labio agrietados al joven y susurró — diremos que se cayó. Hay que descubrir al asesino. 

Basilio apoyó su mano derecha en el hombro del joven líder para darle ánimos. Se avecinaba una verdadera investigación por asesinato. 

lunes, 28 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 14. "De la Hermandad en la isla de Arran." Parte I.

La Hermandad de San Atenodoro II llevaba varios meses instalada en Escocia. Habían decidido quedarse allí para saborear los frutos de su exitosa marcha por las tierras de los enemigos de Sancho Garcés.

La gran desgracia era que habían perdido buenos hombres en las tierras de Varan Darluight. Sven se había frustrado sobremanera al tomar decisiones alocadas y eso llevado a un tal Xacobe a tomar el mando en diversas ocasiones. Era este gallego el último superviviente del ataque de los Jomsborg a San Atenodoro II y, por tanto, era muy valorado por ser el último miembro de la Hermandad en ver al Santo con vida. Es importante el detalle de con "vida", ya que el propio Sancho el día que tomó el mando de la Hermandad aseguró que Atenodoro II en carne se le había presentado.

Las últimas noticias que tenían de Sancho les invitaban a quedarse allí todo el tiempo que deseasen. No había guerras en camino y si las hubiese las tierras inglesas les suministrarían. De las islas a Hispania ya sólo sería cruzar el mar.

Así en tiempos de paz, Basilio pudo comenzar un libro sobre los "Hechos de San Atenodoro II de la Casa de Telamón". Sven y Xacobe, por su parte, iniciaron una pelea soterrada por el favor de los miembros de la Hermandad. Pelea que estaban dirimiendo día a día, fiesta a fiesta. 

miércoles, 23 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 13. "De los asuntos romanos extramuros de Roma"

A veces en plena noche, desde la fortaleza de BlackCrow se podían ver las fogatas de los ejércitos a las puertas de Roma. No era una visión que dejase tranquilo a cualquier cristiano, pero a Sancho lo que le preocupaba eran los gentiles en intramuros y extramuros de la ciudad. 

Aquella sensación de sentirse responsable del corazón de la Cristiandad sólo podía achacarla a la Hermandad de San Atenodoro II que estaba a su cargo. Sancho se preocupaba de si mismo y de aquellos que le habían demostrado lealtad y amistad. Las gentes de Roma no se encontraban en aquél selecto grupo.

Retocaba la barba de Sancho, la Novicia, con una afilada navaja. El joven estaba enfrascado en sus pensamientos. Calculando si debía pronunciarse sobre los sucesos eclesiásticos o, mejor, mantenía su silencio. 

— ¡Sancho! — dijo el Capitán entrando abruptamente y rompiendo el silencio de aquél acomodado cuarto —. Parece que hay nuevas de los curas. 

— ¿Qué nuevas? — se acarició las mejillas y con una mano apartó la navaja de la Novicia. Consideraba que estaba listo —. ¿Shylock saca a sus tropas de Roma?

— ¡No! La nueva es que Mateus I ahora dice que el Camarlengo miente. Que el no aceptó tratados y... 

— No sigas... —levantó la mano para hacerle callar —. Saber esas cosas me hace hervir la sangre. Gente que se comporta así... No come ni deja comer. ¿Quién está haciendo público el mensaje? Shylock no sale ni a las murallas por si le cae una flecha. Tampoco veo a los del Pacto yendo a Lubeck. 

— ¡Ja! Eso os molestará aún más. 

— ¿Galahad? ¿Don Neutral? — Sancho empezó a reír —. ¡Qué interesante se pone todo! Hay que estar con la pluma lista para próximos mensajes. Y, con las espadas prestas, por si hay que liberar a los romanos y apoyar al viejo Camarlengo. 

lunes, 21 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 12. "De la Santa Misa a la Santa Cama"

Sancho nunca había estado tan cerca de los grandes señores del Reino. Tampoco se habría atrevido a cruzar una palabra con ellos, sin permiso de BlackCrow, pero allí estaba sentado en la iglesia de Zaragoza junto al rey Setkull. En otro lado Lord Comandante, Richard Plantagenet y su mentor. 

"¡Qué importante podía haberse sentido Valistar!", pensó. Aún recordaba cómo junto a su compañero se había reído de algunos actos tan solemnes como aquél. Ninguno habría pensado que le despedirían con uno de ellos.

La Novicia estaba tan concentrada en la misa que al terminar decidió ayudar al alto clero Aragonés que representaban Facundo y Jakob. Poco podían imaginar aquellos dos sobre el origen de la chica, así que Sancho la dejó a cargo del Capitán. Siempre con la misión de no dejarla interaccionar mucho con el arlesiano Galahad, próximo al anterior Papa. No se podía permitir que se descubriere donde estaba la hija ilegítima del anterior Santo Padre, menos aún porque se podría relacionar a Sancho con el gran robo en el Cónclave. 

Al terminar la misa el joven quiso ver el cadáver en descomposición de su viejo amigo. Al fin y al cabo, poco recordaba del último encuentro. Había sido antes de marchar a la batalla en Francia. Los dos bebieron varios pellejos de vino y terminar la noche en lugares insospechados. Valistar era demasiado serio y Sancho pendenciero en exceso. Así que mientras el primero terminó yendo borracho a velar armas, el otro se quedó tumbado en el barro de una mugrosa calle de Simartha. 

— ¡Ay, viejo amigo! —susurró al ver el cadáver que olía a demonios pese lo mucho que algún experto se había ocupado por arreglarlo —. Tenías que ser tú el que me despidiese a mí. ¿Qué puedo yo dar a nuestro duque más que problemas? Tu eras voz de valor y sabiduría. Eras la mano amiga que protege a la persona que más amamos. ¿Por qué tuviste que ser tu? 

Una lágrima empezó a resbalar por la mejilla barbuda. Sancho no quería que nadie le viera, pero con tantas personas alrededor se hacía complicado. Se limpió el rostro y acarició el águila roja que colgaba de su cuello. Aunque no fuese muy creyente, cuando uno se veía en aquella tesitura esperaba que hubiese un Paraíso en los Cielos donde poder reencontrarse con los seres queridos. 

— San Atenodoro II interceda por ti antes Dios Padre. Ahora seré de los que lleven tu caja a la que será tu Santa Cama. Hasta siempre Valistar. 

viernes, 18 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 11. "De cómo las dudas detienen a los miembros de la Hermandad"

— ¡El francés se ha vuelto germano! ¿Qué hacemos? — preguntó Svein escupiendo en los verdes campos daneses —.

— Lo último que se nos ordenó era hacer Fortuna con Francia... — afirmó Basilio mirando los escudos de Conan —. Tampoco habíamos hecho nada importante... Estoy perdido. Soy Monje, no soldado.

— Podemos fingir no ver los escudos del SIRG en estos días de confusión...muchos de los nuestros no saben de heráldica —sugirió Svein con sonrisa pícara —. Después de todo no está clara su postura en la guerra y su norte es más rico que toda Escandinavia junta. La otra opción será irnos más al sur.

Basilio se encogió reflexivo. ¿Qué esperaba Sancho de ellos? Una tropa famélica con muchos oros en su poder pero poca comida y ganas de volver atrás. ¿Seguiría vigente la orden de no atacar ingleses? ¿Qué podían hacer? 

jueves, 17 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 10. "De las tristes noticias y las poco fiables noticias"


— Dicen que murió valerosamente contra las tropas de Falkor — leía el Capitán una carta arrugada mientras a Sancho en una silla la Novicia le cambiaba las vendas del pecho —. Dice el escrito de Paspartout que Valistar yacía sobre una montaña de cuerpos franceses. Qué murió más por el agotamiento que por el tamaño de sus heridas... Aunque luego aclara que tenía más flechas clavadas que San Sebastián...


Sancho miró hacia la ventana para contener las lágrimas. La muerte de Valistar era un duro golpe, aunque más duro sería para los franceses. Si tanto le dolía aquel suceso a él, al Duque le dolería mil veces más. Y, BlackCrow, no tendría piedad de quienes le causaron aquél sufrimiento.


— ¿Dice algo del Duque? — preguntó la Novicia sacando una venda purulenta del torso desnudo de su amado —.


— Poca cosa que no sepamos — leyó el Capitán un poco y asintió —. Sin Tregua a por los franceses y que espera noticias vuestras.


—Tenemos que ir a Lyon. Supongo que es la mejor forma de rendir honores a mi amigo muerto — aguantó un chillido de dolor. La Novicia le acababa de arrancar otro vendaje —. Preparemos las tropas que podamos reunir y marchemos al norte. Avisad a Black. 


— La última vez que habéis ido al combate las tropas del Canciller Kouran casi os dan matarile. No lo veo prudente.


El Capitán tenía razón pero poco podía hacerse en aquellos días de guerra. Dolor físico y dolor psicológico eran la compañía de todos los envueltos en aquel conflicto que aún no tenía fin. Sancho se acarició el águila roja.


— ¿Qué sabemos de la Hermandad? No estaría mal ver llegar a esos cruzados de San Atenodoro II con sus quince mil hombres.


El Capitán tragó saliva.


— Bueno...parece que han nombrado como líder a un joven de Åland llamado Sven y que en todo momento lo guía Basilio. Ya sabeis, el viejo escriba de Atenodoro II.


— ¿El monje viejo que olía a orín? ¿El tuerto? ¿No es más confiable el tal Xacobe? 


— Basilio es capaz de decir que sacó quince mil hombres de unas islas donde había apenas 5000. Xacobe a duras penas sabe contar hasta diez. 


— Confiaremos en que se haya unido gente por el camino. Confiaremos.... — acarició la cabeza a la Novicia mientras limpiaba la fea herida —. Recuerda enviar cartas a nuestro hogar. Misas todos los domingos por Valistar y una al mes por nuestros caídos. ¡Qué soy Vizconde coño! Qué se note que no somos saqueadores cualquiera.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 9. "De la reunión que llevaba a la guerra"

Tenía el joven Sancho Garcés un broche para su capa con forma de águila bermeja. Se lo habían enviado los últimos miembros de la Hermandad en la isla de Åland. Había ordenado, como cabeza visible, que todos se fuesen del lugar y lo dejasen a sus legítimos dueños ingleses.


Al final, sólo las circunstancias les habían llevado hasta aquel lugar. Siempre sería el sitio fundacional de la Hermandad pero aquella no entendía de procedencias o culturas, así que en Burgos echarían las raíces. Cerca del lugar de origen del Santo al que rezaban.


Estaba en la ciudadela de BlackCrow acompañado del Capitán y la Novicia. Parecían su sombra. Lo curioso era que poco había intimado con ella y, menos, con el viejo marinero.


El ir y venir de soldados ya era señal suficiente de que algo sucedía. Entonces vio a su viejo amigo pasar con una armadura resplandeciente, seguido de Passpartout. Se acercó a ellos. 


—¿Me estabas preparando una recepción? —dijo sonriendo el insensato joven —. No era nece...


— ¡Estalla una guerra y tú sigues con éstas tonterías! — le cortó el duque —. Bien puedes empezar a sentar la cabeza. ¡Quiero verte con tus soldados en el frente! No creas que por haberte hecho de oro en Roma  puedes olvidar cuál es tu deber.


Sancho agachó la cabeza avergonzado. No le gustaba ser reprendido como un niño por la persona que más admiraba después de así mismo.


— ¿Puedo hacerlo según mis propias reglas? 


— ¿Sabes acaso contra quién vamos?


— Oro, fama y tierras. No necesito saber más y luego seguir mis propias reglas. Soy el último asturleonés y el único provinciano de Aragón.

martes, 15 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 8. "De cómo llegó a Aragón y los hechos que llevó a buen término"

Cruzar el Mediterráneo para llegar a las costas aragonesas tomó más tiempo del debido. Primeramente porque a Sancho no le gustaban los viajes en barco. Si había algo peor que el "brebaje de Igor" era el vaivén de una carcasa de madera flotando. Así que con todas las riquezas conseguidas en Roma, decidió malgastar algunas en la ciudad de Marsella.

El Capitán se había convertido en la sombra protectora de la Novicia. Y, a Sancho, no se le escapaba que todo era una medida de su amigo BlackCrow. El Capitán bien podía ser la conciencia del propio muchacho. La voz del raciocinio que a veces le faltaba.

Lo primero que hizo al pisar suelo aragonés fue enterarse del lugar donde pensaba asentarle BlackCrow y donde ya le aguardaban los miembros de la Hermandad. Así que se encaminó hacia aquellas tierras.

Decidió en que lugar se establecería y en unas pequeñas montañas decidió dos cosas. Construir una Fortaleza para orgullo de su Familia y un monasterio dedicado al Santo de la Hermandad. Así quedaba su obra para la posteridad pues sentía que la guerra estaba próxima.

domingo, 13 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 7. "De cómo sacar una ventaja donde no debería haberla"

— ¡Imposible! — exclamó Sancho mientras asistía a la novicia —. Estaba a cargo de las monjas de clausura que hacen las Galletitas al Obispo Shylock. No la escogí sabiendo lo bien educada que estaba aunque en estas semanas se haya ganado mi corazón. 

BlackCrow meneaba la cabeza. Estaba muy claro que sabía más cosas que el joven.

— ¿Por qué sabéis su origen? ¿Estáis seguro? — Sancho palmeaba la cara de la chica junto Paspartout —. Increíble...

— Toda Roma habla del robo a los obispos pero en los pasillos de la Santa Sede les preocupa más la desaparición de una novicia.

— ¡Cielo Santo! — exclamó el asistente del Duque —. ¿Qué hacemos?

Sancho empezó a esbozar una sonrisa.

— No hay de que preocuparse. La chica me ha demostrado saber idiomas antiguos, ser resolutiva y devota a mi como nadie. Además me gusta lo suficiente como para cumplir mi palabra y dejarla ser libre... Me la llevo a Aragón.

— ¿Y en qué piensas? — dijo BlackCrow —. No hay Papa. 

— Cuando lo haya, bien puede regresar la novicia en busca de algún puesto. Por mis tratos con la Madre Superiora de su Orden se que los votos monásticos son algo laxos en la capital de la Cristiandad. Con ésta joven bien puedo venir yo u otro hombre igual de capaz. Las riquezas no dejan de entrar en estos Santos Lugares. La Fé es una de las formas más nobles que conozco de enriquecerse de forma fácil.

La chica empezaba a despejarse. Así que Sancho la tomó en sus brazos.

— Me la llevó a mi cuarto. En cuanto me deis permiso cojo el barco y me voy a Aragón. Tengo mucho oro que gastar y vender.

sábado, 12 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - ¡Ay, Sancho!, escrito por BlackCrow.

BlackCrow ya había pasado de la decepción, al coraje, del coraje a la furia, de la furia a la preocupación, de esta al miedo, del miedo a la risa, de la risa a la histeria, de la histeria a la consternación, y así seguía siendo la avalancha de sentimientos. Al principio, Paspartout había reñido también a Sancho....


- ¡Querido!, ¿pero que hiciste? - y contemplaba a la hermosa criatura que le acompañaba - ese claustro es de por vida, la madre de esa orden tiene mucha influencia en Roma, ¡pasa directo con el Camarlengo! - y volvía la vista a la puerta - debiste decirle al duque....


* Paspartout querido - su seguridad y arrogancia muchas veces podían desquiciar o bien dar certeza a propios y extraños de que algo tramaba, o sabía - la madre no dirá nada, tengo mis sospechas de que no me acusaría, lo que tomamos fue apenas un pelo de gato entre tantas riquezas, y tengo el presentimiento de que el duque no estará tan mo....


+ ... y entro el Duque - ¡Sancho!, ¡Sancho con una mierda! - Paspartout iba a decir algo - y tu ¡cállate!. Sancho, por que demonios crees tu que esta niña tiene una cara tan bonita....¿Por que?...


* Dios la bendijo - y guiñó un ojo a la fémina, esta se sonrojó al instante.


+ Claro que la bendijo. Vela bien, buen porte, bien educada, fina de modales, culta...


* Y ahora es libre para poder vivir a su ant....


+ ¡Es la hija del difunto papa!....


Paspartout se santiguó, Sancho quedo estupefacto, la raptada se desmayó, una mujer del servicio tiró una bandeja, y BlackCrow no hacía mas que mirar a Sancho.....

viernes, 11 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 6. "De cómo en Roma se toca lo divino y lo terrenal" Parte 3

Si había otra vida después de la muerte y en ella un ser superior debía juzgarte, a Sancho no le importaba mucho. Era consciente de que ante la duda debía aprovechar al máximo los dones que la Naturaleza o ese Ser Supremo le habían dado. Uno era la inteligencia y su capacidad de aprender; otro era su atractivo físico; y, por último, algo menos tangible, su capacidad de crear confianza. También se podía añadir la falta de cierto sentido moral pero eso ya había quedado patente en más de una ocasión.

La Madre Superiora de las monjas era la mujer más horrenda que alguien podría haber visto en su vida. Su cara arrugada y de nariz ganchuda, sus dientes negros y desgastados, su cuerpo de tonel y faltó de higiene...todo aderezado de su prepotencia y superioridad con el resto del mundo. Era un cóctel explosivo que había acabado con el faldón del hábito en el cuello, roncando como un buey y un Sancho, un poco asqueado de sí mismo, a su lado. Varias horas trotando con aquella mujer le parecía lo más cercano al Infierno, si existía. Desde la tarde hasta bien entrada la noche. La mujer tenía de insaciable lo mismo que de fea. 

El chico tenía en sus manos el manojo de llaves que abrirían los arcones. Así que ya podía ponerse manos a la obra. Se colocó la larga sotana de sacerdote y salió de la habitación de la mujer sin hacer un solo ruido.

Si algo tenían los pasillos en la Santa Sede era que parecían eternos. Ojalá a su muerte no llegase a un infierno tan pulcro y lleno de puertas con una Madre Superiora deseosa de confesión nocturna desde el primer día que la había conocido. ¿En qué celda dormiría la pequeña novicia? Ella, sí que le hacía hervir la sangre y con gusto aceptaría cualquier castigo terrenal o divino. En aquellas semanas le había cogido gran apego a la chica, así que la había mandado hacer una tarea aprovechando que sabía leer. Se la iba a llevar consigo y una vez fuera de Roma la dejaría ser un pajarillo libre con la vida solucionada. A veces, uno tenía su corazoncito. 

Cuando alcanzaba el final del pasillo, se le cruzó el Camarlengo. Lo supo por las ropas de Cardenal y es que solo había 2 cardenales en la Santa Iglesia: Simon el inglés y él. El chico tragó saliva y acarició el águila roja que llevaba colgada en su cuello. 

— Buscaba un sacerdote — le dijo en un tono firme que denotaba su poder. También, se notaba, que estaba tan acostumbrado a dar órdenes a los que estaban bajo su mando que no distinguía a unos de otros. Ver un sacerdote por la Santa Sede ya era indicador suficiente para saber que tenía que ser uno de sus lacayos —. Necesito que vayáis a mis aposentos. Se me ha olvidado el Evangelio de San Juan y está madrugada toca su lectura en el cónclave. El santo y seña de hoy es: Papa Porto y Rosas. Así que daos prisa. 

Sancho asintió. No iba a estar mal aquella orden. Al fin y al cabo, los aposentos del Camarlengo eran unos de los que iba a visitar. El plan era noquear a los guardias pero ahora no hacía falta. El Camarlengo le acababa de dar acceso de una forma poco peculiar. Seguramente con lo viejo que era tenía algún tipo de demencia. Hizo una genuflexión y corrió a las cocinas. No había tiempo que perder. ¿Era una señal divina? ¿Estaba Dios poniendo a su servicio la casualidad? ¿o era Satanás? 

— ¡Por fin! — la voz del Capitán le llegó a su espalda una vez pasó el umbral de la puerta de la cocina. Iba vestido con ropa de guardia vaticano —. Llevamos desde el anochecer con los cojones de corbata. Si llega a venir un guardia de verdad... 

— ¿Estáis todos? — miró al fondo de la estancia y pudo ver a otros siete falsos guardias papales. Le dio el manojo de llaves al capitán —. Busca un arcón de las monjas y ábrelo. Me llevo a cuatro de ellos y traeremos bolsas llenas de oro. Vamos a salir ricos de aquí. 

Sin más conversación y con señas, salieron de las cocinas con un saco de tela cada uno. Al ser bien entrada la noche no había ojos curiosos, solo los guardias haciendo ronda. Pero el Santo y Seña los dejaba quietos, así como la orden de que podían tomar un descanso era obedecida sin rechistar. Parecía que había diferentes contraseñas y la del Camarlengo era la de más autoridad sin importar quien la dijese. Así que Sancho, a medida de robaba todo lo que brillaba, daba vueltas a la idea de que el Camarlengo debía chochear por la edad. Que bien le venía aquello.

Por cada varias habitaciones que veían desocupadas y acababan por saquear, un viaje que se daban los ladrones a los arcones. Pocos obispos iban a verse libres de robo aquella noche. 

— Ya van 5 arcones que pesan como un buey. Con todo lo robado podemos hacernos de oro — advirtió el Capitán —. Además pronto empezarán las oraciones matutinas.

— Quedan un par de habitaciones de obispos. Bien podíamos echar una ojeada — dijo uno de los guardias —.

— Cargad esos arcones en el carro — ordenó Sancho yo voy a hacer un par de cosas —. Vamos a llenar el último.

Sin más conversación y con señas, salieron de las cocinas con un saco de tela cada uno. Al ser bien entrada la noche no había ojos curiosos, solo los guardias haciendo ronda. Pero el Santo y Seña los dejaba quietos, así como la orden de que podían tomar un descanso era obedecida sin rechistar. Parecía que había diferentes contraseñas y la del Camarlengo era la de más autoridad sin importar quien la dijese. Así que Sancho, a medida de robaba todo lo que brillaba, daba vueltas a la idea de que el Camarlengo debía chochear por la edad. Que bien le venía aquello.

Por cada varias habitaciones que veían desocupadas y acababan por saquear, un viaje que se daban los ladrones a los arcones. Pocos obispos iban a verse libres de robo aquella noche. 

— Ya van 5 arcones que pesan como un buey. Con todo lo robado podemos hacernos de oro — advirtió el Capitán —. Además pronto empezarán las oraciones matutinas.

— Quedan un par de habitaciones de obispos. Bien echar un— dijo uno de los guardias —.

— Cargad esos arcones en el carro — ordenó Sancho —. Vamos a llenar el último.

Los cinco hombres volvieron al pasillo pero en esa ocasión, Sancho los dirigió a la biblioteca vaticana que estaba en lo más profundo y recóndito de todo el lugar. No se sorprendieron al ver allí pegada a la puerta a la pequeña novicia, pero si al ver la cantidad de legajos, incunables y becerros. Conseguir el acceso a la novicia le había costado también lo suyo al pobre Sancho: confesar a la Superiora esas semanas, un asesinato a sangre fría y un pato. La técnica del pato nunca fallaba. 

— ¡Maravilloso! — exclamó Sancho —. Ahora los pondremos bajo la protección de la guardia.

— No entiendo porqué hacen falta. Muchos son...

— Shhh — puso su dedo en los labios de ella —. Muchos de los que hay en el cónclave sirven a los intereses sarracenos. El Camarlengo me ha pedido que saque de la ciudad estas cosas. Es una misión secreta. ¿Lo entiendes? — su acompañantes mientras tanto cogían la carga. Los más grandes los ataban y ponían de mochila —. Ahora tienes que tomar una decisión. Quedarte con las monjas o ser libre de vuestra idea de uniros a ellas. Os daremos un nuevo nombre y lugar donde vivir. ¿Qué decís mi amor? Podremos tener una vida juntos lejos de todo este mundo de falsedad y corrupción. 

La chica asintió convencida. Iba detrás de su amado guardia papal. ¿Qué iba a ir mal? Agarró algunos legajos más y les siguió a las cocinas. Al pasar por un pasillo, la puerta a los aposentos de un obispo estaba a medio abrir. 

— ¿Cogemos algo en esta? Es sin duda una señal —señal de qué, se preguntó Sancho pero les dejó entrar —.

Los guardias se llenaban los bolsillos ante la cara ojiplatica de la novicia. Sancho la besó. No había pensando debido a las ganas de huir en que ella iba engañada. 

— Están robando — tartamudeó ella —. ¿Estamos robando?

— No, no, no — Sancho maldijo la señal que había visto su compañero —. Este Obispo es uno de esos que trabaja para el sarraceno. No os preocupéis. Cumplimos órdenes del Camarlengo ya lo sabéis.

— Son los aposentos del buen Rezo — dijo ella —. Puede que sea hasta el futuro Papa. ¿Cómo va a tener tratos con los infieles? ¡Eso es impensable!

Sancho maldijo de nuevo la señal.

— ¡Vámonos! — ordenó y todos salieron por la puerta incluso un pequeño gato —. ¿Qué demonios? No importa. 

Corrieron a las cocinas y el gatito con sus maullidos les seguía. En aquellos momentos estaban cargados como verdaderos ladrones y si les veían todo podía acabar muy mal. Así que Sancho se dispuso a darle una patada al gatito, pero la novicia de interpuso. Cargó los legajos que llevaba a su amado y cogió entre sus brazos al animal. 

— Nos lo llevamos. Así seremos dos los que huimos por ingenuos — y fue la primera vez en el tiempo que la conocía que su voz estaba decidida y dolida por algo.

— Así sea.

Cuando salió el sol el joven subido en el carro, besó el águila roja que le habían dado en Åland. Seguro que aquello era otro milagro inconfesable del Santo. Sujetó después la mano menuda de la novicia para darle ánimos y acarició el gato. Sancho y sus hombres eran ricos y abandonaban Roma para no pisarla nunca más. 

Roma, la ciudad donde se tocaba lo terrenal y lo divino.

jueves, 10 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 5. "De cómo en Roma se toca lo divino y lo terrenal" Parte 2

La cocinas de la Santa Sede eran un ir y venir de personas. Allí había concentrados excelentes cocineros que harían las delicias del Duque BlackCrow; magníficos ayudantes que ponían su empeño en que nada saliese mal; y, luego, estaban los siervos y esclavos limpiando o trajínando con las materias primas. Sancho con su impoluto traje de soldado papal pasaba con pies ligeros entre todos ellos. Agarró un pastelito de crema sin ser visto. Un detalle para con su cita. 

Cada miembro del Cónclave tenía sus propios gustos o pequeñas vanidades. Algunos eran difíciles de leer para saber que pecado capital les mancillaba. Otros confesaban que era la gula y, en especial, la galletitas. Además no unas cualquiera, el obispo Shylock era exquisito en sus gustos y aquellas galletas tenían que ser de una monjas de clausura en especial. Monjas cuyo monasterio estaba fuera de Roma, en zona de guerra.

Pese a que traían galletitas del propio Sacro Imperio y de Francia, no satisfacían al cura. Estaba empeñado en las que hacían las monjas lombarda. Así pues el Camarlengo había pedido a BlackCrow que le trajese monjas del monasterio. Harían las galletitas en el propio Vaticano.

Sancho pasó por los pasillos y, allí en una esquina le aguardaba, una monjita. Una novicia de poca edad y con los ojos más azules que hubiese visto el joven en su vida. En sólo un par de días la había engatusado. Ella, desconocedora del mundo y las personas sin moral que lo pueblan, había caído en sus redes.

— ¿Cómo le va a la más bella de las novicias? — llevaba la mano del pastel de crema oculta en su espalda —. ¿Os habéis enterado ya de lo que os pedí?

La chica se encogió sonrojada y apretó su cuerpo delicado, envuelto en una burda sotana blanca contra la pared. Sancho apoyo la mano libre contra la pared y dejó su cuerpo ladeado de forma fanfarrona. Sacó el pastelito y se lo dio. La novicia parecía que iba a reventar con tanta sangre agolpandose en sus mejillas.

— Son varios arcones — tartamudeó ella —. La Superiora las trajo llenas de harina pero ya se han quedado vacías. Hemos estado varias semanas haciendo galletitas para Shylock.

Empezó a mordisquear el pastel con ganas manchando la comisura de sus labios. Sancho acercó su cara lo suficiente para que los dos sintiesen la respiración del otro. El corazón de la chica iba a salirsele por el pecho.

— Sois como un pajarillo enjaulado. Un pajarillo que debería volar libre —con su dedo pulgar limpio los labios de ella. Luego lo chupó —. Esos arcones estarán bajo llave. ¿No sabréis quién la tiene?

— La Superiora, por supuesto.

— ¿Y como podría yo hablar con ella? — acercó sus labios tanto a ella que la novicia empezaba a sentirse muy agitada —. Necesito uno de esos arcones.

— Ella... — tragó saliva y dejó sus brazos con pastelito incluido caer a los lados de su cintura — imagino que hablaría con un sacerdote. Tiene voto de silencio. No lo haría con un guardia papal.

Sancho asintió. Con las dos manos sujetó la estrecha cintura con firmeza y la besó. Ella cerró los ojos y por la torpeza en el chocar de los labios, él supo que le estaba robando su primero beso. Al separarse se relamió como un lobo que saborea a su presa.

— ¿Sabes? Si lograse una sotana de sacerdote podría visitaros mientras dure el Cónclave — fingió que se le ocurría por el bien de los dos —. ¿Dónde podría cobseguir una?

—Déjalo en mis manos — dijo ella con arrojo —. Estamos lavando las ropas de los obispos. Una de vuestra talla no será difícil pues todos son bastante anchos. Puede que os sobre costura pero es solo un préstamo. ¿Verdad?

— Dios sabe que no miento. Será solo mientras dure el cónclave y vos estéis aquí, pues bien sabe Dios que una vez soluciones el asunto de esos arcones, pediré al Santo Padre que os libere de vuestra prisión — apretó el cuerpo menudo contra él y la besó de nuevo—. Nunca me había sentido así en toda mi vida. Os amo.

La novicia casi de desmaya allí mismo. Sancho se separó de ella y comprobó que nadie les observase. 

— Mañana después de la oración matinal os veo aquí. Si no, yo mismo iré a sacaros de la capilla donde estéis.

La besó levemente en la frente y se fue corriendo a atender otros asuntos. Medio trabajo ya estaba hecho.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 4. "De cómo en Roma se toca lo divino y lo terrenal" Parte 1

El viaje a Roma con BlackCrow no pudo ser tan agradable como era de esperar. Primero por la indigestión, el gran banquete aún permanecía en su estómago dando vueltas y de vez en cuando saliendo por su garganta; y, segundo, por la resaca. Mezclar tantas bebidas alcohólicas no era lo más recomendable. Pero el chico no había podido evitarlo pues, cuánto más alegre estaba, más dado era a beber sin control.


Así que cuando llegaron a la sede de la Cristiandad, Sancho no pudo admirar nada. BlackCrow se empeñaba en hablarle de Imperio, arte, Papas,... Y, lo cierto es que al chico todo aquello le apasionaba, pero no aquél día. Además, tenía la mente trabajando en las formas de alcanzar ciertos objetivos. Así que no podía prestar atención.


En cierto, momento mientras llegaban a los pies de la basílica de San Pedro, unos guardias con las llaves doradas en el pecho pasaron por delante de ellos con muy malos modos, apartando a la gente que se agolpaba en la zona, aunque muchos ya les hacían el paso al verles. Empujaron incluso a los escoltas de BlackCrow. El temerario Sancho pensó en recriminarles su acción pero su amigo, el duque, le sujetó el brazo y señaló una pequeña chimenea.


—No hay acuerdo. Por eso se apuran. 


El joven vio la fumata. Los miembros de la iglesia no habían llegado a un acuerdo para elegir Santo Padre. Sancho acarició, instintivamente, el medallón del águila roja que le habían entregado los miembros de la Hermandad en Åland. El símbolo representaba mejor que nada al que debía haber sido el Papa. 


— Mejor —sentenció y miró a los guardia papales —. Sabes ¿dónde puedo conseguir unas ropas como esas? Creo que vestido así es más fácil andar por Roma.


BlackCrow miró a los guardias y después a Sancho. Le conocía muy bien, sabía que pasaba por la mente del joven.


— Imagino que quieres matar dos pájaros de una pedrada. Pero voy a romperte el corazón, con esa ropa los prostíbulos no son gratis. 


Los dos rieron a carcajadas. 

martes, 8 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - Días Alegres, escrito por BlackCrow.

El recibimiento a Sancho fue una fiesta. Todos los que conocían al duque, sabían que el carácter, la efusividad, y alegría de este, se desbordarían los días que estuviese su querido Vizconde (ya era Márques). También estaban conscientes que la separación generaría un efecto un tanto adverso en él. La última vez, pelearon cuando BlackCrow lo envió a la escuela, el resultado fue una semana en cama, apenas probando alimento. Sancho no lo había pasado mejor, tenía 12 años y un amor incondicional por su amigo, pero también le encantaba el sexo femenino, este gusto era el que lo enviaba lejos, un esposo celoso de baja cuna, prófugo y con capacidad de matar al pequeño Sancho.


Dos guisos de venado, la mitad cocido con cebollas moradas y jugos de cítricos a fuego lento, se servía caliente con verduras de temporada; la otra mitad enterrada cerca de la arena de la playa, primero se ponía carbón a las brasas, ya luego se enterraba un cajón, y encima se ponía el venado todo se rellenaba con sal. Pato a la naranja, cocido a las brasas y servido con verdura de temporada. Robálo al limón acompañado de especias, y cocido a fuego lento. Robálo flameado (de lo favorito de Sancho), este se envolvía en hojas verdes (que sembraban en aragón), y se le ponía directo a las brasas, el sabor lo recibía de la pimienta y el limón, de los cuales era rociado, cuando estaba a término medio de cocción, le agregaban ajo en rodajas finas, se servía con espárragos. Gallina crujiente (otro de sus favoritos), en un balde grande se ponía grasa de cerdo (de preferencia) y las piezas del ave totalmente despellejadas, aderezadas con mostaza, sal y pimienta, cuando la grasa estaba disuelta y muy alta temperatura, las piezas se iban sumergiendo una a una, hasta que alcanzaban la cocción, se acompañaba de verduras como zanahoria y papa. Y el último guiso consistía de lomo de res a la mostaza, este, era el guiso preferido del duque, lo servían con granos y papas, y era flameado con vino para su deleite personal. Hubo vino especiado, vino tinto, vino blanco y cerveza. Pan de carme, pan relleno de manzana y pan horneado, flameado. Cuando la comida terminó, el duque hizo un anuncio...


- Queridos amigos, es mi intención que Sancho conozca ahora que estamos cerca, la ciudad de Roma. Aprovecharé mis buenos tratos con el camarlengo para solicitarle nos permita disfrutar de tan bello escenario unos días. Partiremos mañana y volveremos en unos veinte días.... Paspartout, prepara todo, tu nos acompañas.


* La mirada de Sancho con el Duque era de complicidad, aunque no estaba muy seguro de que forma…

lunes, 7 de noviembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 3. "De cómo se llega por mar desde el SIR a Roma"

Pese a lo duro que había sido el viaje a través del Sacro Imperio, Sancho había tenido tiempo de repartir dinero entre algunas Tabernas, entre sus meseras y entre las que no eran meseras. Entre campesinas y en alguna noble de baja cuna cuyas tierras poco o nada de oro soltarían en las cosechas. Las bandas de campesinos, los ejércitos en marcha,... Centroeuropa se desangraba en un sinsentido.

Cerca de Verona el capitán decidió que tenían que tomar un barco. BlackCrow les esperaba por mar y verles llegar por tierra, podía sentarle muy mal al caballero. Lo ocurrido con el anterior barco en Lübeck se quedaría como un secreto que en otra ocasión bien puede relatarse. Baste decir que de por medio hay una apuesta, una infidelidad, fuego y un pato.

Una vez alquilaron un barco en la costa, pudieron ver varias veces carracas musulmanas. El enemigo de la Cristiandad dominaba los mares y algo que debería ser preocupante, parecía no molestar a los lombardos que había contratado el Capitán.

Desembarcaron en Roma, Sancho quiso llegar ante su viejo amigo lo antes posible. Dejó a la guardia y el capitán en sus propios asuntos y corrió al lugar donde estaba BlackCrow.

Sancho se lanzó a los brazos de Paspourt tan pronto le vio. Sorprendiendo al hombre.

—¿Dónde está ese excelso paladín de la Cristiandad y de los Aragoneses? — sonrió Sancho buscándole con la mirada —.

—Estará encantando de recibiros. Lo está preparando todo.

—¡Pues vamos! ¡No hay tiempo que perder! Tengo mucho que contarle.