lunes, 27 de febrero de 2023

Lárus Telamónida y sus Lecciones - Lección IV

África. ¡Qué hermosos son los desiertos arrasados por las lenguas de fuego de Freyr! Me gusta pensar que cuando llegue el Ragnarok la tierra que piso quedará de esa forma. 

Cuerpos de cristianos arrasados por el fuego han quedado atrás. Todos muertos para glorificar a Surt y su espada de fuego. Todos sirviendo de comida a los buitres, los cuervos y, por supuesto, a Hela. Mi amada Hela, hija de Loki. Reina de Helheim. 

Granada me mira nervioso mientras nuestras tropas descansan plácidamente en las costas de Ceuta. Rompe el silencio. 

— Se dice que todo el Telamónida que desembarca en estas playas, acaba mal… 

Resoplo. 

Con el paso de los años mi vista ya no es tan aguda, mi voz no es tan firme, mi manos no son tan fuertes… pero sé más cosas de las que el chico cree. He sido bendecido por Hugin y Munin. He probado las putas entrañas de mil cuervos en su honor y me arranqué un ojo antes de beber en el agua que rebosa de la fuente de Mimir. Sólo un sorbo a los pies de Ygdrassil para ser el ser tan perfecto que soy. 

Sé infinitamente más que este octavo aprendiz, sangre de mi sangre. Tal vez sangre no tan pura, pero si sangre de Telamón.

África hace ya décadas que recibió al puto San Atenodoro II y sus parafernalias. Le molieron a palos con lo absurdo de su Cruzada. No puedo evitar descojonarme del imbécil. Luego la Hermandad que llevaba su nombre dirigida por un vil cristiano también llegó aquí y acabó diseminada...expuesta,perseguida… 

— No somos cristianos de mierda. ¿Acaso te olvidas de a quién servimos? Estas tierras serán de los Ieraks y los camellos de por vida. Pero más al sur, es donde los servidores de Surt encontramos las fuerzas.

— Lo sé, maestro… ¿pero no está dando problemas Álvaro de Bazán? ¿No debíamos doblegarlo en un día, tras tantos sacrificios?

— Te crees que los dioses deben recompensa a los mortales como nosotros. Ingenuo. 

Escupo su rostro con una flema verde y oscura que me sale del fondo de la garganta. 

— Surt nos proveerá, pero no hará nuestro camino más fácil o triunfal. Nuestras obras, nuestros templos.. Son esos campos llenos de cuerpos carbonizados y destrozados, eso es lo que debemos dar y lo damos. Recogemos ganado y lo sacrificamos a nuestro poderoso Señor. 

— ¿Y que pensamos hacer ahora?

—Te llamarás desde hoy Höðr, pues eres tan idiota como el hijo de Odin.

Con una mano llamo a dos oficiales. Se acercan enturbiados por la hidromiel pero felices. Les señalo al chico de apenas doce inviernos.

— Acaba de recibir un nuevo nombre: Höðr.

No digo más. Sólo uno de esos enorme oficiales le agarra por los brazos para dejarle inmóvil mientras el otro le lanza un puñetazo en cada ojo. Sus manos son el doble de grandes que la cabeza del chico.

En el primer golpe siento crujir la nariz y la mandíbula con morbosa satisfacción. El chico tardará horas en despertar. 

jueves, 16 de febrero de 2023

Lárus Telamónida y sus Lecciones - Lección III

Miro la hoguera que ha preparado mi discípulo. Contemplo el corral en que mis lanceros han encerrado a mi ganado traído de Almería y Murcia. 

Sonrío con malicia. Disfruto cada vez que tomo aire y veo en sus rostros la fatalidad. Puede que note el espíritu del gigante Surt en mis venas. Fuego… sangre…

— Granada, busca una virgen en el ganado. Si yerras habrá castigo y cambio de nombre. 

Lo cierto es que ya no recuerdo ni su nombre de nacimiento. 

Obedece. El ganado se resiste. Los lanceros intervienen. Lloran, gritan,... Rezan a su falso dios. Escupo el sucio rostro de la hembra que me traen, apenas un corderito. Ella llora. Gimotea. Sabe lo que le espera. 

Cojo la mano cortada a mi antiguo prisionero el Duque Pelayo. El Manco. El Solitario. El Perdido. 

Felicito a mi aprendiz. Pocas vírgenes debe haber en el ganado tras pasar por las manos de mis lanceros tantos días de viaje. Los mejores entre ellos pueden hacer lo que quieran al ganado sin matarlo. 

— Vas a lo seguro…bien hecho Granada. Creí que esto iba a ser una nueva lección si fallabas. Bueno, contará como una. Algo habrás aprendido. 

Atamos al ganado a la pira. No cesa en su obstinación, se niega aceptar el glorioso destino. Eso no agradará a Surt. Tomo mi cuchillo de caza y la degüello. Da varios espasmos mientras los demás gritan por ella. Habrá que sacrificarlos a todos de la misma forma pero las vírgenes agradan al poderoso gigante casi tanto como el fuego. 

— Será un día que recordar. El Destructor del Mundo nos guíe.

Mientras encendemos la pira veo un pequeño crucifijo en el suelo. Escupo sobre él. Putos cristianos. Puto Midgard.

miércoles, 15 de febrero de 2023

Lárus Telamónida y sus Lecciones - Carta Privada al Duque Pelayo

Bienvenido seáis, 

Probablemente os escapeis u os liberen. Ya que parece ser que la Ejecución no puede prepararse adecuadamente sin mi espléndida presencia.

He dado orden a mis fieles de que os corten la mano diestra. Parece ser que era con la que cogíais la espada y con la que leiais los mapas. Estoy seguro que mientras la espada de fuego os la amputa maldecireis al Destino. Tomarme por maestro en esta lección y, recordaréis durante el resto de vuestra vida la importancia de saber leer un mapa o de no viajar nunca sólo en mitad de una guerra.

sábado, 11 de febrero de 2023

Lárus Telamónida y sus Lecciones - Lección II

Granada me da la carta al pie de la hoguera del campamento. Está escrita con la tinta más hermosa: sangre. Sangre ocre por el paso de los días. Sangre de mi ganado. De los débiles. De aquellos que no verán la espada de Surt arrasar los Mundos. 

— Se han detectado algunas tropas de Telamónida explorando tu feudo 86-344.

El mensaje es confuso. Desde hace días me llegan noticias de los feudos y escaramuzas que van perdiendo mis fieles. No logro entender. Mis fieles me informan de su propia actividad.

Disimulo.

Granada me mira confuso. 

Finjo. 

Destruyo la carta en la hoguera. Pregunto al chico. 

— ¿Era importante?

— ¿Vamos perdiendo la guerra? No dejan de llegar cartas. 

Suspiro. No aprende. No sabe qué a veces es mejor el silencio. La rabia que me provoca su estulticia es difícil de soportar. Le golpeó con mi bastón. Una, dos, veinte veces. Llora, sangra, disfruto con su sufrimiento. 

Afirmo con rotundidad mientras rio. 

— Es imposible perderla cuando las nornas nos han marcado ese destino. 

martes, 7 de febrero de 2023

Lárus Telamónida y sus Lecciones - Lección I

A lo lejos veo, la Ciudad de Zaragoza. Desde el sur me llegan noticias de guerra en Almería. Rio. Echaba de menos estas cosas. 

— ¡¡Juguemos a un juego aprendiz!! Escoge una mano. Si eliges sabiamente te comes lo que tenga en ellas. 


Muestro las dos. Escoge tras pensar unos minutos. 


—¡Te felicito! en las dos tengo mierda. No.. . No me mires así… una es Almería y la otra acaba de salir de mi trasero. Pero te vas a comer la que has elegido. 


Rio a carcajadas. Estampo mi mano en su rostro. 


— Desde hoy te llamaré Granada. Aunque en tu caso no te ganas una guerra, ni un enemigo para lo que me quede de vida.


Rio a carcajadas. ¡Que bello es volver! 

miércoles, 1 de febrero de 2023

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 10.1 Epílogo o Crónicas Cítricas Capítulo 10, escrito por Lady Clementina

Cuadro de La Casita de Gema

Bizancio, 1002 d. de J.C. 

EPISODIO 10 Y ÚLTIMO


AUDIO: https://voca.ro/126DMkAAeMS5



La primera luz del amanecer ya penetraba a través de las cortinas que cubrían las ventanas, la diminuta llama de una lámpara creaba indistintas sombras alrededor de la habitación.

Y Clementina pensaba qué poco duraron los días de festejos, pasaron unos meses y todos los reinos parecían que tenían demasiada ansia de poder y solo pensaban en crear conflictos bélicos.

El pobre Imperio Bizantino era utilizado por todos como pretexto para abrir frentes en todas partes y Clementina no sabía de qué lado ponerse por que realmente todos querían lo mismo, que Bizancio desapareciera, bien porque querían sus tierras o bien porque querían que fuera su corte.

Las guerras cada vez eran más próximas a las tierras de Bizancio y los bizantinos estaban asustados ya que aún no se habían recuperado de la última guerra y eran una presa fácil para cualquier reino.
Los ataques de los saqueadores eran constantes y mellaban en la prosperidad del Reino.

La muchacha pensaba que tenía que ser bonito disponer del mapa de todos los reinos frente a ti y decir “¿A quién atacamos señores?” …eso nunca pasaría en Bizancio. Ella intentó hasta el final ser neutral en todas las declaraciones, pero llegó un momento que esto ya no fue posible y tubo que decidir junto a sus nobles cuál sería su posición en el tablero.

Pasaron unos días y Clementina se encontraba caminando lenta e indolentemente por el huerto, la joven miró por encima del muro en dirección a la larga fila de soldados que se encontraban apostados sobre la cima de la colina, había estado enferma un tiempo y no había podido decidir el futuro del reino y ahora se veía en medio de ninguna parte. 

Cuando se encontraba sola, una inmensa sensación de desdicha la abrumaba, luego, se llevaba las manos al vientre y esa sensación la abandonaba.

De repente, creyó estar imaginando cuando vio a un jinete acercarse a la entrada de la ciudadela.
La muchacha caminó por entre los árboles hasta los límites del huerto, con la certeza de que la visión no tardara en desaparecer. 

Se recogió las faldas para dirigirse hacia la mansión. Aceleró el paso gradualmente, hasta atravesar corriendo los inmensos portalones. 
Al llegar al patio, se detuvo de repente, ya que reconoció al enorme caballo de Abraham que un encargado conducía hacia el establo. 
El jinete ya había desaparecido. El corazón de la joven comenzó a latir con violencia. 
Corrió entonces hasta la sala y, al atravesar las puertas, volvió a detenerse abruptamente….