Oh tierras de Finesia, de claros y espesuras,
donde la nieve besa los tejados en penumbra.
Mis hermanos os buscan con ansias y ternura,
mas yo os sueño de lejos, desde esta playa y su espuma.
Allá sopla el silencio, helado entre los pinares,
acunan los alces lentos los vientos ancestrales.
Y hay mujeres que hilan con manos de marfil,
mientras canta en la estufa el leño sutil.
Yo bebo en la costa donde nunca hiela el suelo,
y en lugar de nieve tengo cielo tras cielo.
Pero el alma —a veces—, como flauta sin brisa,
susurra una nota que viene de Finesia.
¿Será que el destino, con dedos de tahúr,
marcó a cada cerdo su estrella y su sur?
Uno labra en piedra, otro caza en la escarcha,
y yo canto mentiras que el ron nunca ensancha.
Mas si un día el viento cambia de camino,
y me lleva a esas tierras de abeto y de vino,
les diré que llegué por azar, sin promesa,
con la flauta en la boca y el alma traviesa.
— Jaluf, el Flautista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario