jueves, 16 de febrero de 2023

Lárus Telamónida y sus Lecciones - Lección III

Miro la hoguera que ha preparado mi discípulo. Contemplo el corral en que mis lanceros han encerrado a mi ganado traído de Almería y Murcia. 

Sonrío con malicia. Disfruto cada vez que tomo aire y veo en sus rostros la fatalidad. Puede que note el espíritu del gigante Surt en mis venas. Fuego… sangre…

— Granada, busca una virgen en el ganado. Si yerras habrá castigo y cambio de nombre. 

Lo cierto es que ya no recuerdo ni su nombre de nacimiento. 

Obedece. El ganado se resiste. Los lanceros intervienen. Lloran, gritan,... Rezan a su falso dios. Escupo el sucio rostro de la hembra que me traen, apenas un corderito. Ella llora. Gimotea. Sabe lo que le espera. 

Cojo la mano cortada a mi antiguo prisionero el Duque Pelayo. El Manco. El Solitario. El Perdido. 

Felicito a mi aprendiz. Pocas vírgenes debe haber en el ganado tras pasar por las manos de mis lanceros tantos días de viaje. Los mejores entre ellos pueden hacer lo que quieran al ganado sin matarlo. 

— Vas a lo seguro…bien hecho Granada. Creí que esto iba a ser una nueva lección si fallabas. Bueno, contará como una. Algo habrás aprendido. 

Atamos al ganado a la pira. No cesa en su obstinación, se niega aceptar el glorioso destino. Eso no agradará a Surt. Tomo mi cuchillo de caza y la degüello. Da varios espasmos mientras los demás gritan por ella. Habrá que sacrificarlos a todos de la misma forma pero las vírgenes agradan al poderoso gigante casi tanto como el fuego. 

— Será un día que recordar. El Destructor del Mundo nos guíe.

Mientras encendemos la pira veo un pequeño crucifijo en el suelo. Escupo sobre él. Putos cristianos. Puto Midgard.

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