miércoles, 1 de febrero de 2023

Abraham Telamónida-Von AS, el buen judío inglés - 10.1 Epílogo o Crónicas Cítricas Capítulo 10, escrito por Lady Clementina

Cuadro de La Casita de Gema

Bizancio, 1002 d. de J.C. 

EPISODIO 10 Y ÚLTIMO


AUDIO: https://voca.ro/126DMkAAeMS5



La primera luz del amanecer ya penetraba a través de las cortinas que cubrían las ventanas, la diminuta llama de una lámpara creaba indistintas sombras alrededor de la habitación.

Y Clementina pensaba qué poco duraron los días de festejos, pasaron unos meses y todos los reinos parecían que tenían demasiada ansia de poder y solo pensaban en crear conflictos bélicos.

El pobre Imperio Bizantino era utilizado por todos como pretexto para abrir frentes en todas partes y Clementina no sabía de qué lado ponerse por que realmente todos querían lo mismo, que Bizancio desapareciera, bien porque querían sus tierras o bien porque querían que fuera su corte.

Las guerras cada vez eran más próximas a las tierras de Bizancio y los bizantinos estaban asustados ya que aún no se habían recuperado de la última guerra y eran una presa fácil para cualquier reino.
Los ataques de los saqueadores eran constantes y mellaban en la prosperidad del Reino.

La muchacha pensaba que tenía que ser bonito disponer del mapa de todos los reinos frente a ti y decir “¿A quién atacamos señores?” …eso nunca pasaría en Bizancio. Ella intentó hasta el final ser neutral en todas las declaraciones, pero llegó un momento que esto ya no fue posible y tubo que decidir junto a sus nobles cuál sería su posición en el tablero.

Pasaron unos días y Clementina se encontraba caminando lenta e indolentemente por el huerto, la joven miró por encima del muro en dirección a la larga fila de soldados que se encontraban apostados sobre la cima de la colina, había estado enferma un tiempo y no había podido decidir el futuro del reino y ahora se veía en medio de ninguna parte. 

Cuando se encontraba sola, una inmensa sensación de desdicha la abrumaba, luego, se llevaba las manos al vientre y esa sensación la abandonaba.

De repente, creyó estar imaginando cuando vio a un jinete acercarse a la entrada de la ciudadela.
La muchacha caminó por entre los árboles hasta los límites del huerto, con la certeza de que la visión no tardara en desaparecer. 

Se recogió las faldas para dirigirse hacia la mansión. Aceleró el paso gradualmente, hasta atravesar corriendo los inmensos portalones. 
Al llegar al patio, se detuvo de repente, ya que reconoció al enorme caballo de Abraham que un encargado conducía hacia el establo. 
El jinete ya había desaparecido. El corazón de la joven comenzó a latir con violencia. 
Corrió entonces hasta la sala y, al atravesar las puertas, volvió a detenerse abruptamente….

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