sábado, 22 de octubre de 2022

Crónicas de Atenodoro II - Capítulo 2


Los monjes guerreros de Atenodoro II galopaban a toda velocidad a la ciudad de Cádiz. Llevaban las buenas nuevas de su liberación y vuelta a la verdadera Fé.

El grueso del ejército expedicionario del Abad combatía aún en las tierras de la mora Aliena. Pero a los que aún pudiesen guardar la ciudad los desmoralizaría saber que todo estaba perdido.

Solamente quedaba atrapar a la mora, allí donde se escondiese.


In nomine Dei

¡¡Ya resuenan las campanas de la Cristiandad en la ciudad de Cádiz!! En el norte en mis tierras se rezan misas por nuestros buenos cristianos que combaten aún.

¡¡Gloria a Dios!! ¡¡Alabado sea el Señor!!

¡¡VIVA EL REINO DE ASTURIAS Y LEÓN!!

¡¡Gloria a la CASA DE TELAMÓN!!

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Atenodoro II recibió el mensaje de la victoria en las tierras andalusíes con gran alegría de corazón. La superioridad de su ejército expedicionario en el sur había quedado patente con la toma de la ciudad de Cádiz de manos de los sarracenos. Las oraciones, misas, ayunos y noches en vela habían servido para llegar a Dios. No había duda alguna.

Los Reinos Cristianos recuperaban poco a poco con sangre, sudor y lágrimas las tierras envenenadas por los agarenos. Ahora serían tierras fértiles en manos de los verdaderos descendientes de Abraham.

  •  ¡Basilio! —  llamó el abad a su viejo y tuerto escriba —. Necesito que redactes una carta al mundo. No podemos dejar pasar esta oportunidad.

  •  ¿Oportunidad? - masculló -.

  •  Hagamos qué tiemblen las costas berberiscas. La Voz de la Verdad, la Fé y la Justicia predicará en sus de costas y desiertos. Oirán la Palabra de Nuestro Señor por su voluntad o a sangre y fuego.

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