lunes, 24 de octubre de 2022

Crónicas de Atenodoro II - Capítulo 3


Basilio, el viejo y tuerto escriba de Atenodoro II entró por la puerta del scriptorium bastante nervioso. Chorros de sudor empapaban la gruesa sotana.

—  Mi señor, mi señor,... — se acercó azorado—. ¡Ha ocurrido lo peor!

Atenodoro II leía el Evangelio de San Juan impávido. Estiró la mano con el anillo de madera que se había hecho para indicar que era obispo por la Gracia de Dios. Basilio lo besó. 

—¿Sabes por qué yo mismo me hice el anillo episcopal? — no quitó ojos al Evangelio —.

— No, mi señor, tampoco es importante ahora.

— Si lo es Basilio. Yo, como el más humilde de los cristianos y, a la vez, el más anegado no vestiré oros. Aquel al que ha escogido Nuestro Señor como su Voz no aspira a tener bienes materiales. Mi único regalo es ver como la herejía, el paganismo y los musulmanes son erradicados de la faz de la tierra. ¿Lo entiendes?

— Claro que si — tartamudeó el anciano —. Aunque con tantos moros cruzando el mar no creo que vaya a quedarnos tierra.

— ¿Moros cruzando el mar? ¡¡Acabo de enviar un mensajero a Abu Firh riéndome de su Corán y sus pactos!! — gritó el obispo —. ¡¡Como que cruzan el mar!!

— Cádiz ha caído en manos de Sebastián de Griot... Aunque la buen noticia es que Arthur ha acabado con el último cordobés. 

— ¡¡Llama a Enzo y mis fieles camaradas!! Nos vamos al Sur y prepara el patíbulo. Vamos a vaciar las Mazmorras. El que se haya suicidado lo colgaremos muerto también. Por Cádiz.


In nomine Dei

Yo, Atenodoro II, obispo del Reinos de Asturias y León; Voz de la Verdad, la Fé y la Justicia.

Hice un juramento de viajar a tierras Polacas o Inglesas una vez desapareciese de la faz de la tierra el Califato de Córdoba. Mi cruzada no ha terminado pues miles de sarracenos invaden ahora en venganza las costas de este Reino mío. Parto a la guerra al sur pues no puedo abandonar a mis buenos hermanos Asturleoneses. Cuando la contingencia se acabe yo mismo embarcaré para extender la Palabra.

Sebastián de Griot, la ciudad de Cádiz es mía. Si alguien la conquista y vende he de ser YO.


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