domingo, 11 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 23. "De cómo el final llega siempre de una manera u otra"

El Capitán llegaba cojeando con un buen número de mensajes. Sancho con su mirada taciturna y vacía le ojeó con molestia. No esperaba nada bueno de aquél montón de legajos. Sobre todo por los últimos mensajes que había estado enviando a los nuevos amos del Reino Astur-Leonés.

— ¿Sientes la pierna? — señaló la pata de palo que llevaba el viejo Capitán —. Fue buena aquella escapada de Harald... Lo siento mucho.

— Mejor eso que morir de gangrena — le tiró los mensajes sobre la mesa —. No tiene ni puto sentido. La mayor parte habla del final o algo así... La Segunda Venida o cualquier mierda de esas...Apocalipsis, Ragnarok,... 

— Tengo un hijo — soltó Sancho al hombre. Sabía que su más fiel soldado se molestaba cada vez que alguien le hablaba del suceso con la Novicia cuya castidad protegía —. Basilio y la Hermandad lo cuidarán pero tengo que enviar una carta a alguien con una petición antes de partir. 

— Todos hablan del fin del mundo y tú te preocupas de otras cosas. No lo entiendo...

— Mi buen Capitán...

Sancho se puso en pie fatigado y el veterano soldado comprobó lo flaco que estaba. No era el desierto, la falta de vicios o la pérdida de sus dominios. Lo que mataba al Vizconde se lo mostró abriendo la camisa blanca de seda y enseñando el pecho. Una tumor del tamaño de un puño de hombre ocupaba su pecho. 

— La historia se acaba para todos. Unos por unos motivos... Otros... Por otros...si los vikingos de Harald me hubiesen capturado tendrías pierna y yo un final épico — se tocó el bulto y sonrió con tristeza —. Quise poner mis asuntos con Dios en regla antes de morir. No sirvió de nada un arrepentimiento sincero... 

El Capitán vio flaquear las piernas de Sancho y, con su renqueante paso, le sujetó. Cualquiera habría creído que un marido celoso o una venérea se llevasen a Sancho, pero los caminos del señor eran inescrutables. 

— En el corazón... —apuntó a su pecho —. Yo que a veces creí carecer de él... Llévame con BlackCrow, te lo suplico... No sé cuánto me queda... Pero llévame con él. Vivo o muerto. Escribamos la carta y hazme ese último servicio.

— Será un honor. Desde que me enviaron a por ti en Lübeck, lo ha sido. 

Sancho recordó aquella historia de hacía años. Cuán rápido pasaba el tiempo. 

— Una historia se acaba pero muchas otras se escribirán. Recemos para que nunca tengan un punto y final…

No hay comentarios:

Publicar un comentario