lunes, 12 de diciembre de 2022

El provinciano de Aragón, Sancho Garcés - 24. "Epílogo o Carta Privada al Cardenal Shylock"

Buenas Excelentísimo y Reverendísimo Señor Doctor Don Shylock, 

Pocas cartas empiezo mencionando el nombre y tratamiento formal de a quién me dirijo. Es la mayor muestra de respeto y deferencia que podéis hallar en alguien que solo se ha querido así mismo y dos seres humanos más, por encima de todas las cosas. 

No soy un modelo de rectitud. No soy un modelo de referencia. Ni siquiera sé si perviviré en el recuerdo de alguien una vez la muerte me lleve con ella. Aún así, la sangre de mi padre y madre pervivirá en la del niño que engendré de forma pecaminosa. Puede que esa sea la obra de más valor en toda mi vida pues fruto de un amor prohibido, nació algo hermoso. Mi mayor pecado será no poder amarlo y criarlo como hacen los verdaderos padres. Aunque estoy seguro, que eso es lo mejor. 

San Atenodoro II os consideraba el más justo y verdadero de los miembros de la Santa Iglesia. Vuestros actos en todos estos años, en especial en el último Cónclave os convirtieron en un modelo para muchos. No para mí, claro está, pero reconozco el honor y el compromiso en los hombres que los tienen. Vos, sois de los pocos que quedan en este mundo y, seguramente, de los que quedarán. 

Hacia vuestras tierras se dirigen la madre y el niño. Pues es mi expreso deseo y, debido a nuestra correspondencia previa, que estos permanezcan bajo vuestra tutela. Ambos, debido a unos acuerdos con la Hermandad de San Atenodoro II serán también cuidados por esta. Más los acontecimientos acaecidos en el Reino de León y Asturias me hacen pensar que se han disuelto o serán perseguidos por haber sido yo, Hermano Mayor. No sé si podrán sobrevivir y, si lo hacen, desconozco su capacidad de protección para con mi vástago.

Mi expreso deseo es que el joven lleve el apellido Sánchez y si fuese necesario el mio. Pero que desconozca por completo quien fui o que hice. Que juzgue mis hechos como los de un desconocido más. Me retorcería en la tumba si se creyese heredero de títulos nobiliarios o tomase venganzas sin sentido que le hiciesen traicionar todo lo que aprendíese de vos, en nombre de mis actos o pecados. 

Educadle para ser sensato, honorable y entregado como vos. La madre ya sabe esos deseos y juró ante la Cruz de Nuestro Señor y un broche con forma de águila roja, que usamos los devotos de San Atenodoro II, que lo cumpliría. Os pido el mismo juramento. La forma de educar al chiquillo dependerá de vos y su madre. 

Nuestro Señor, me llama a su lado. No para profesar los tres votos como podéis imaginar. Vestir una sotana no es lo mío. Págueme una misa y recé por esta alma descarriada al menos en una ocasión.

Salud Excelentísimo y Reverendísimo Señor Doctor Don Shylock, quién debió ser Santo Padre y quizás algún día lo sea. Lo veré desde las alturas o desde la entrañas de la tierra. Mis últimas letras son para vos.


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