El Capitán se había convertido en la sombra protectora de la Novicia. Y, a Sancho, no se le escapaba que todo era una medida de su amigo BlackCrow. El Capitán bien podía ser la conciencia del propio muchacho. La voz del raciocinio que a veces le faltaba.
Lo primero que hizo al pisar suelo aragonés fue enterarse del lugar donde pensaba asentarle BlackCrow y donde ya le aguardaban los miembros de la Hermandad. Así que se encaminó hacia aquellas tierras.
Decidió en que lugar se establecería y en unas pequeñas montañas decidió dos cosas. Construir una Fortaleza para orgullo de su Familia y un monasterio dedicado al Santo de la Hermandad. Así quedaba su obra para la posteridad pues sentía que la guerra estaba próxima.
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