jueves, 20 de octubre de 2022

Crónicas de Atenodoro II - Evento Endemoniado 2

Atenodoro se acercó a la ventana de su estancia. A los pies del torreón podía ver a los campesinos yendo a trabajar al campo. En el patio varios hombres practicaban con los equipos recién comprados para continuar con la conquista de feudos libres en el nombre de Dios. Más lejos unos niños correteaban jugando al escondite. 

El cura se volteó para escrutar a Sir Enzo. Suspiró y decidió darle una respuesta. 

- Como religioso lo que me ha sucedido es aún más preocupante, pues puede ser un castigo de Nuestro Señor. No sé muy bien qué hacer mi amigo, pero todos los que están ahí fuera esperan que sea su guía temporal y espiritual. Nadie puede saber de esa crisis...-se acercó a Sir Enzo y agarrándole de los hombros le súplicó -. Reunamos a todos los que lo han presenciado en el viejo cementerio. Hay que evitar que hablen. 

Ese mismo día Atenodoro II se dirigió al cementerio. No tenía muchas formas de convencer a sus compañeros de que guardasen el secreto por mucha lealtad que tuviesen. Los hombres, tal como los conocía él, siempre acababan yéndose de la lengua por tres razones: buscar aprobación entre superiores, alcohol y mujeres.

Mientras aún quedaba luz diurna en el cementerio, el monje preparó dos pellejos de vino: uno sazonado con estramonio y el otro no. Era su última arma para guardar su secreto. Él que había sido bendecido por Nuestro Señor como la voz de la Verdad, la Fe y la Justicia no podía fracasar en la búsqueda del mundo ideal.

Cuando llegaron sus socios con Enzo ya caía el sol. El cementerio era un lugar aterrador.

- Caballeros, Hermanos. Os he reunido aquí pues necesitaba un lugar solitario y rodeado de nuestros ancestros para contaros el mayor de los secretos - tomó aire y, la casualidad quiso que a lo lejos ululase una lechuza -. Nuestro Señor me manda visiones cada cierto tiempo. Lo que es un milagro para muchos es un evento aterrador de locura. Sé que os preocuosteis por mí y por eso os reúno aquí. Necesito que formeis una sociedad conmigo que asegure esta confidencia. Primero porque esas visiones hablan de nosotros y nuestro hogar, hablan de cómo ascenderé hasta la Corte de León y hasta el mismo Papado. Hablan mis visiones de Guerras contra el infiel y a muchos de vosotros los he visto con el escudo de mi Casa y la Cruz de Cristo rodeados de riquezas, alcohol y, aunque sea un pecado, bellas mujeres de todo color. Pero para llegar a esas cumbres de poder, gloria y riqueza, Nuestro Señor se me aparece e indica lo que debo hacer a cada momento. Créedme cuando os digo que depositaré mi vida en vuestras manos si hoy jurais que formaremos esta Santa Hermandad. Si alguno de vosotros duda o no me cree hágase a un lado. Los que se unan ahora para proteger a este futuro Santo y llevar la Palabra hasta el Fin del Mundo que se acerquen y beban conmigo de este Buen vino. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario