La Novicia, siempre leal a su casquivano amado, le miraba con ojos cansados. Hacía noches que no dormía entre oraciones por la victoria. Tras unos minutos de incomodo silencio se atrevió a hablar.
— ¿Por qué suspiras?
— Tanto traidor...— señaló al techo del pabellón donde se alojaba —. Hasta a veces parece que Dios confabula contra nosotros.
— ¿La guerra no va tan mal verdad? —dijo ella esperanzada, tal vez buscando una mentira —. Veo a nuestros soldados dispuestos a todo.
— Eso es porque han tenido más suerte que sus camaradas, porque han vivido victorias.. . Yo también creería que todo va bien si no supiese lo que pasa en otros frentes. Cargo con mentiras sobre mis hombros para no desfallecer... Pronto la guerra llegará a sus hogares. Entonces es cuando sabremos si son leales. La familia es más importante que cualquier estandarte.
— En la familia es donde está la lealtad. Sueles decirlo.
— Mi única familia es BlackCrow y el malogrado Valistar — sentenció el Vizconde —. Mi lealtad va donde él vaya.
— Creo que en unos meses eso cambiará...
La Novicia bajó la cabeza avergonzada y se acarició la barriga. Sancho, curtido en mil trifulcas, se desmayó.
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